Insufrible es quedarse corto. Ya tenemos la cinta pendenciera y snob de todos los años. Nos centramos en la fotografía, que dé mal rollo, insertamos unos cuantos flashbacks cutres y artificiales, contratamos a Viggo Mortensen (hijo mío, no vuelvas a mostrar tus carnes en una peli, que es que no te queda bien, te lo digo con cariño), y a su lado le colocamos un joven Jesucristo... et voilá!! ya tenemos el cagarro del año que todo el mundo va a aplaudir.

Presupuesto limitado pero ilimitado, buenas interpretaciones y notable factura técnica. Con eso ya soy campeón de la muerte.

-¿Y el desarrollo?
-Bah, estamos haciendo Cine moderno, amigo. Hágase a un lado por favor, y no moleste.

Esta película no dura dos horas, dura diez, y cada una de ellas es como un golpe en tu cráneo.
Un pasito palante, bum, diez minutos.
Un pasito patrás, bum, otros diez minutos.
Me bebo una soda, catabum, veinte minutos más.
Abrazo a mi hijo, bummmm... lo vuelvo a abrazar... !!!!!!!

No se puede vender este producto justificando lo lírico o lo visual como piedra angular de la obra. La intensidad dramática que pretende mostrar no la consigue en ninguna de sus partes, y las regresiones del héroe no aportan nada al espectador ya que lo único que destacan es que antes estaba tan jodido como ahora, por lo tanto son un desperdicio cinematográfico a la par que una infamia si lo que se pretendía era causar una especie de empatía enfermiza hacia unos personajes que no logran transmitir como debieran el calvario que los acompaña.

Animo encarecidamente a los críticos con este pedante tocho a que no les tiemble el pulso a la hora de puntuar esta obra modernilla. Si no te ha gustado es muy raro que pase del tres, por lo tanto un cinco es ser demasiado magnánimo. Adelante, no os corteis, en cuanto penseis que durante la peli nadie nos explica el porqué de ese apocalipsis y recordeis la cara de atontado del niño de los cojones, seguro que la ira comenzará a recorrer vuestras venas y la nota terminará bajando. Y eso que no he mencionado la banda sonora. Es que no quiero hacer sangre.