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China China · Qingoco
Voto de Txarly:
5
Intriga. Thriller Richard Hannay está en un music-hall londinense. De repente, suena un disparo y comienza una pelea. En medio del tumulto, una chica asustada le pregunta si puede ir con él. Richard accede y la lleva a su apartamento... (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2008
38 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Gordo siempre tuvo superpoderes. Ignoro si provenían de la empanada mental que recubre gran parte de su filmografía o si el secreto de su éxito se debía al uso de tirantes de cuero. Pero los talibanes pro chapuzas siempre habitarán ahí, en el interior de sus fotogramas, con la escopeta cargada y escupiendo a cualquier gentil que asome a sus películas para mear bechamel sobre ellas.

Mi colega Rizzo, incombustible crítico de esta página, afirma que Xisco no está acostumbrado a realizar películas demasiado personales, cayendo en la complacencia y en la chapuza (esto último lo añado yo) y sosteniendo que el Gordo era un segurola. No puedo estar más de acuerdo. El director británico sí que poseía la habilidad para abrir nuevas brechas en un nuevo arte que aún disfrutaba de su juventud, lo cual no es óbice para considerar al chapuzas un maestro de la vanguardia, sino más bien a un imaginativo directorzuelo con bastante suerte que intuía dónde podía realizar un acto novedoso. Y los que vinieron detrás, aprovecharon con mucho más talento aunque con mucha menos suerte mediática, los oscilantes rumbos (tampoco excesivos) que el inglés imprimió a sus películas.

Y 39 escalones es una de las primeras películas ideadas para masas. Facilona, de argumento sencillo pero completamente absurda en su desarrollo. No es como contrariamente se indica, el primer fugitivo del cine. El gran maestro Fritz Lang con M, el vampiro de Düsseldorf nos mostró al primero. Y no era un héroe, sino un asesino. El Gordo cambió asesino por héroe, pero no inventó nada. Al menos Lang sí que se dejó las pestañas componiendo un guión que tuviera substancia. Y es lo que ocurre con la mayoría de las pelis de Xisco, que adolecen de un contenido que pudiera salvarle la cara a la trama que pretende urdir. Y citando de nuevo a mi querido colega Rizzo, cuando el Gordo ha querido arriesgar en películas como Vértigo, se han puesto de manifiesto todas sus carencias artesanales, vendiendo humo y trasladando unos efímeros y discutibles miedos y ensoñaciones que tapan sus exiguas armas argumentales.

El suspense queda supeditado a los extraños superpoderes de los tirantes del gordo, capaces de conseguir que setenta años después haya tanto .......... que alabe (como el caso que nos ocupa) una castaña de dimensiones catedralicias como una gran película de suspense, cuando más parece un ensayo destinado a complacer a la masa burguesa británica y a cabrear a vuestro seguro servidor. Y me perdí Sin tetas no hay paraíso. Maldito gordo...
Txarly
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