Nada nuevo desde La noche de los muertos vivientes, y hay la friolera de cuatro pelis en medio del mismo pelo. Pa cagalse, vamos. En una entrevista que le hicieron hace unos meses, Romero afirmaba que sólo era un tipo de Pittsburg que hacía cine, y apuntando que sus películas intentan plasmar la sociedad en la que se vive en la actualidad. Acojonante. Es decir, el tipo aparte de no haber realizado jamás algo con duende, filosofa acerca del producto que quiere vendernos: unos zombis armados y con menos seso que Dennis Hopper en sus tiempos mozos. Y por supuesto todos sabemos el ojo clínico que posee cualquier norteamericano para hacer una radiografía de la sociedad en que vivimos... De un esquimal ciego y sordo estoy seguro de que sacaríamos algo más brillante que cualquier pensamiento del citado pensador.

Este tipo tiene menos idea de los tiempos que corren que yo de anatomía unicelular. La película es pobre con el guión, con el ritmo, con los diálogos, con el imprescindible maquillaje, los efectos especiales... etc. Ya no tiene la excusa presupuestaria de su primer film. El tío además de ser un vago redomado es malo, malo, malo...