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China China · Qingoco
Voto de Txarly:
3
Ciencia ficción. Intriga. Terror En unos minutos, en las principales ciudades de Estados Unidos, se producen unas extrañas y escalofriantes muertes que escapan a toda explicación. Elliot Moore (Wahlberg), un profesor de ciencias de Filadelfia, intentando eludir este misterioso y letal fenómeno, se dirige a Pensilvania con su mujer (Deschanel), su amigo Julian (Leguizamo) y la hija de este; sin embargo, pronto queda de manifiesto que ningún lugar es seguro. Pero, de ... [+]
16 de junio de 2008
42 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
La estupidez, la soberbia y el creerse la pera absoluta se dan la mano en este pastiche disfrazado de película. Como pertenezco al público aborregado en general, tan sólo puedo calificar esta obra de timo, basura o tomadura de pelo. Uno, que no lleva gafas de pasta, algo entiende de cine, y observa la maestría del indio de los cojones (¿se puede decir cojones?) con la cámara, que dicho sea de paso, tampoco es nada del otro jueves.

Me gusta la noción de que cualquiera pueda contar la historia que le venga en gana como le venga en gana. Faltaría más. Lo que ocurre es que hay que contarla bien. Hay que ser honesto con los borregos que vamos a verla, sobre todo cuando el espectáculo visual se reduce a mostrar hechos (como cualquier videoclipero cutre de la MTV) y no en contar cosas (como sería menester en un artista de talento). Al enfocar la película de esta manera (nada original, Xisco el Gordo realizó varias así) nuestro querido cineasta pegote nos induce al bonito arte de que pensemos por nosotros mismos. Fíjaos si seremos gilipollas, que lo que nos suele molar es que los demás piensen por nosotros. Y así, nuestro querido pegote (ya pagada su parte intelectual para con la plebe) puede descojonarse del cine y de sus gentes cerrando el film como le dé la real gana, es decir, sin un atisbo de genio, iluminación, o lo que es más grave: sin ningún tipo de sentido común. Es mucho mejor (y menos trabajoso) dejar que 4 gafapastas con megáfono inventen teorías absurdas sobre el mensaje del film, yéndonos de nuevo al jueguecito de lo que nos han querido contar, y no a lo que nos han contado. Un juego que empalma a más de uno porque así puede largar por esa boquita (a los borregos) teorías tan interesantes como puede ser la solución de una integral triple.

Humo. Nos vende humo. Y quién no tiene nada que contar capta con rapidez muchos seguidores. Ellos venden lo mismo. Les encanta vociferar, inventar, lanzar hipótesis. Humo a fin de cuentas.

No creo que ninguno de ustedes necesite que le expliquen todas las películas que ven. Hay que ser muy soberbio para afirmarlo, por lo que no seré yo quién lance esa piedra. Lanzaré otra, si acaso. Si han visto esta película como yo, es decir, intuyendo que este chico no iba a tener final, y por tanto, la iba a cagar de mala manera... convendrán conmigo en que una convencional factura en imágenes no justifica en absoluto la total falta de ingenio para cerrar una historia que pedía, cuando menos, un final que respondiera a todos esos desvaríos (suicidémonos en masa, que está de moda).

El incidente nos devuelve a los peores años de Xisco, dónde el pequeño borrego que observa su cine, no contento con la visión de sus imágenes, debe además construir teorías a cada cual más estúpida (o soberbia, según se mire) para aupar a un tipo mediano en un tío grande. Pues no le queda nada...

Váyase a tomar viento... ¿sr. Shyamalan?
Txarly
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