¿Y qué importa un guión deslavazado, irregular, cortante hasta la herida? Está construido a golpe de realidad cortante hasta la mutilación.
¿Y qué importa que el ritmo no mantenga la pulsación de lo canónico? El pulso de la guerra es lento hasta la desesperación, y luego vertiginoso y explosivo y ... luego nada.
¿Y qué importa un personaje que se escapa del realismo, que sin añadidos de brujo resultaba ya fascinante? Todos los personajes resultan superados por los acontecimientos, desorientación y esperanza. Tal vez, añadir superstición es ayudar a conservar un hilo de cordura.
¿Y qué importa un título que nada aclara, nada alude, nada presagia? La denuncia de los horrores de la crueldad humana que siembra los campos de muerte, no necesita de explícitos anuncios, ni de alusiones directas que ayuden a vender el producto o a escandalizar al espectador.
Importa que el cine conmueva. Y esta película -inquietante, dolorosa, sorprendente- lo consigue hasta dejarnos sin aliento.