Cinco personajes en una sala de una casa de París de clase acomodada. Y un sexto ausente/presente que apenas aparecerá en pantalla durante el metraje, pero que resulta fundamental en la trama.
Los dueños de la casa invitan a cenar. Él, profesor de filosofía en La Soborna. Brillante, adorado por sus alumnos, radical en sus discursos, potente en sus argumentos. De izquierdas. Ella, profesora en un instituto de barrio. Comprometida con sus alumnos, con su familia, con sus amigos. Amante de la cultura, no puede cultivar la lectura tanto como le gustaría debido al trabajo, a todos sus trabajos. Ella hace la cena: bouffe marroquí. Tienen dos hijos y miles de libros.
Su mejor amigo, de ella, confidente desde que eran niños, que también es amigo de todos los demás. Músico, trombonista en una gran orquesta. Sensible, equidistante, neutral. Soltero, sin hijos.
El cuñado de él, hermano de ella. Amigo de los dos anteriores desde siempre. Agente inmobiliario, atlético, triunfador, bromista, de derechas, conquistador llevado al redil por el quinto personaje. Ella, mujer esbelta, hermosa, que se mueve en el mundo de la moda. Es la única que no conoce a los demás desde la infancia. Embarazada.
El sexto personaje es la madre de los dos hermanos, suegra del filósofo y de la mujer del mundo de la moda.
Todos inteligentes. Todos capaces de enhebrar hábiles sutilezas verbales en disertaciones impecables y réplicas brillantes.
Sobre esa base construyen Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patelliere lo que ellos mismos denominan comedia de salón, que antes fue comedia de salón en la obra teatral en la que se basa el guión, y que también escribieron ellos. El origen teatral resulta evidente, pero no molesta nada.
La chispa que enciende la mecha es un nombre, el del título, el que se propone para el bebé en camino. A partir de la primera llama surgen otras y el fuego cruzado alcanza a todos.
Lo mejor de esta estupenda película son unos diálogos de primera, algunos muy divertidos, a través de los que se repasan diferentes formas de vivir la familia – los hijos, el matrimonio, los padres -, de ejercer la libertad y establecer sus límites, de sentir - y comunicar - el amor, de mirar al pasado, de tomar posición política, de conceder importancia a la opinión ajena, de defender la propia ideología y ser consecuente con ella.
Seis actores en plena forma (P. Cruel, V. Benguigui y Giullaume de Tonquedec especialmente) encarnan los seis estupendos personajes. La mayoría del reparto repite el papel que había interpretado sobre las tablas.
Aplausos.