Parece que la película va a ser un paseo hacia la gloria protagonizado por el ranger Red Garrett (Clint Eastwood). Pero no es así. Muy rápidamente la acción se en centra Philipp y su familia, Testigos de Jehová, y por otro lado en Butch Haynes (impresionante Kevin Costner), un preso que se ha dado a la fuga con un peligroso compañero. Las dos historias confluyen cuando en su huida, los presos toman como rehén a Philipp. Garret (Eastwood), hombre lleno de soberbia y resabido, se encarga del caso y tiene que capturar a los fugitivos y devolver al niño sano y salvo.

En este road movie Butch Haynes y el pequeño Philipp estrechan relaciones. Comparten varios puntos en su vida: en ambos casos, el padre ha desaparecido y se han criado bajo el mando materno. La diferencia es que Philipp pertenece a una familia Testigo de Jehová; esos “valores que nos sitúan en otro nivel”, como dice la madre al principio, impiden que Philipp y sus hermanas disfruten de cosas tan inocentes como celebrar Halloween junto a los otros niños, comer golosinas o ir a la feria.

La película habla, por lo tanto, de la libertad. Butch Haynes huye de la policía y Philipp camina hacia su libertad como niño y puede junto a su compañero de viaje disfrutar de los que las (absurdas) creencias religiosas le han vetado. Pero además, en este viaje por la América profunda se descubren otras facetas: el provincialismo de la población y de los agentes del orden que piensan que por llevar sombrero y estar armados están por encima de los demás; el machismo (el ranger Red Garrett /Eastwood se comporta de manera insoportable frente a la criminóloga (Laura Dern) que se ha unido al equipo. También trata de la injusticia (Butch Haynes fue mandado a un reformatorio, acusado de un crimen cuando era menor), del maltrato infantil (en dos ocasiones Butch tomará la justicia por su cuenta castigando a quien agrede a los niños) . Los valores morales habituales se trastocan: Butch asegura que no es bueno, sin embargo, sí que es capaz de proteger al niño con el que se siente identificado; a la vez, Philipp observa con asombro algunas de las conductas de su colega de aventuras, sin embargo, le sigue porque la necesidad de una figura paterna es demasiado fuerte.

Pero quizás lo que crea mayor disparidad a la hora de impartir justicia es el gatillo fácil. Sin el disparo final el desenlace habría sido muy diferente.
- Has hecho lo que podías –le dice la criminalista a Garett al final.
- No sé… No sé nada.

Y la película acaba dejando un poso amargo. Uno de los mayores logros de un escritor o cineasta es hacer que el “malo” nos caiga bien. Aquí, gracias también a la interpretación de Kevin Costner, es el caso. Por su parte, Clint Eastwood no tiene un registro actoral amplio, pero sí intenso. La mirada al final denota, con un simple movimiento de músculos, toda la rabia, la impotencia y el dolor.

Todo un mensaje de humanidad llevado con sobriedad y elegancia; como telón de fondo, un Tejas frondoso y una ambientación de los años 60. ¿Habría cambiado mucho la situación en la época actual?

La escena final es impactante por su luminosidad, su sobriedad y tensión emocional.
Una película que uno lamenta que acabe o que no haya segunda parte… Impresionante.