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Voto de El pobrecito hablador:
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Intriga. Thriller
El día de su quinto aniversario de boda, Nick Dunne (Ben Affleck) informa que su esposa Amy (Rosamund Pike) ha desaparecido misteriosamente. Pero pronto la presión policial y mediática hace que el retrato de felicidad doméstica que ofrece Nick empiece a tambalearse. Además, su extraña conducta lo convierte en sospechoso, y todo el mundo comienza a preguntase si Nick mató a su esposa... Adaptación del best-seller "Perdida", de Gillian Flynn. (FILMAFFINITY) [+]
12 de octubre de 2014
41 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este trabajo de Fincher emborrona sin remisión una decente trayectoria previa, con un guión abracadabrante que confunde a cualquier espectador medianamente perspicaz con tantas vueltas de tuerca, que éste efectivamente acaba retorciéndose en su butaca (de remordimientos por haber pagado la entrada). El guionista y adaptador de su propia novela encadena un sinsentido tras otro en los que el espectador se pierde literalmente haciendo honor al título traducido al castellano, que en este caso se le antoja a uno más adecuado que el original. La capacidad de fabulación del guionista está en consonancia con la del histriónico personaje femenino principal encarnado por Rosamund Pike, por lo que cabe preguntarse si el guión no tendrá algo de autobiográfico. Fincher hace suya esta propuesta y el resultado es un auténtico engendro que, bajo la pretensión de mordaz crítica a la hipocresía conyugal y a la falta de escrúpulos de los medios de comunicación (una temática ya archimanida a estas alturas del séptimo arte), naufraga en un frenesí de situaciones inverosímiles con ínfulas hitchcockianas que nadie en su sano juicio osaría equiparar al talento minimalista del maestro por excelencia del cine de suspense. La vida puede no resultar creíble; las buenas películas, incluídas las de este difícil género, siempre deben serlo.
Especialmente la parte final navega entre el esperpento, el patetismo, pretendidas situaciones satíricas de escaso nivel y groseras inconsistencias de un guión luengo y farragoso; Se trata de un pastiche en toda regla que supura por doquier "déjà vu", por si fuera poco aderezado con secundarios de ínfima solvencia.
En cuanto a las interpretaciones principales, mejor no hablar de la ya proverbial inexpresividad de Affleck. Rosamund Pike hace gala de unas dotes insuficientes para salvar un personaje diseñado desde los extravíos de la escasamente lúcida mente del guionista; a decir verdad, es realmente este último quien al final de todo este disparate demuestra estar auténticamente perdido.
Especialmente la parte final navega entre el esperpento, el patetismo, pretendidas situaciones satíricas de escaso nivel y groseras inconsistencias de un guión luengo y farragoso; Se trata de un pastiche en toda regla que supura por doquier "déjà vu", por si fuera poco aderezado con secundarios de ínfima solvencia.
En cuanto a las interpretaciones principales, mejor no hablar de la ya proverbial inexpresividad de Affleck. Rosamund Pike hace gala de unas dotes insuficientes para salvar un personaje diseñado desde los extravíos de la escasamente lúcida mente del guionista; a decir verdad, es realmente este último quien al final de todo este disparate demuestra estar auténticamente perdido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Este trabajo de Fincher emborrona sin remisión una decente trayectoria previa, con un guión abracadabrante que confunde a cualquier espectador medianamente perspicaz con tantas vueltas de tuerca, que éste efectivamente acaba retorciéndose en su butaca (de remordimientos por haber pagado la entrada). El guionista y adaptador de su propia novela encadena un sinsentido tras otro en los que el espectador se pierde literalmente haciendo honor al título traducido al castellano, que en este caso se le antoja a uno más adecuado que el original. La capacidad de fabulación del guionista está en consonancia con la del histriónico personaje femenino principal encarnado por Rosamund Pike, por lo que cabe preguntarse si el guión no tendrá algo de autobiográfico. Fincher hace suya esta propuesta y el resultado es un auténtico engendro que, bajo la pretensión de mordaz crítica a la hipocresía conyugal y a la falta de escrúpulos de los medios de comunicación (una temática ya archimanida a estas alturas del séptimo arte), naufraga en un frenesí de situaciones inverosímiles con ínfulas hitchcockianas que nadie en su sano juicio osaría equiparar al talento minimalista del maestro por excelencia del cine de suspense. La vida puede no resultar creíble; las buenas películas, incluídas las de este difícil género, siempre deben serlo.
Especialmente la parte final navega entre el esperpento, el patetismo, pretendidas situaciones satíricas de escaso nivel y groseras inconsistencias de un guión luengo y farragoso; como la escena en la que a Rosamund, a quien se nos presenta como una psicópata de afilada inteligencia, se dedica a jugar al minigolf con una riñonera llena de billetes que acaba por caérsele. Ello da lugar a que posteriormente sufra un robo por parte de delincuentes que, no se sabe por qué, no desmontan su coartada en el epílogo, haciendo la resolución de la historia de todo punto inaudita. Lo que sucede a continuación del citado robo es un pastiche en toda regla que supura por doquier "déjà vu", por si fuera poco aderezado con secundarios de ínfima solvencia. No contento con ello, el director culmina la película con una Rosamund Pike que sale de un hospital incomprensiblemente ensangrentada (han leído bien), dando pie a una absurda escena de ducha en la que alecciona a su marido mientras va eliminando la sangre ya seca de su cuerpo.
En cuanto a las interpretaciones principales, mejor no hablar de la ya proverbial inexpresividad de Affleck. Rosamund Pike hace gala de unas dotes insuficientes para salvar un personaje diseñado desde los extravíos de la escasamente lúcida mente del guionista; a decir verdad, es realmente este último quien al final de todo este disparate demuestra estar auténticamente perdido.
Especialmente la parte final navega entre el esperpento, el patetismo, pretendidas situaciones satíricas de escaso nivel y groseras inconsistencias de un guión luengo y farragoso; como la escena en la que a Rosamund, a quien se nos presenta como una psicópata de afilada inteligencia, se dedica a jugar al minigolf con una riñonera llena de billetes que acaba por caérsele. Ello da lugar a que posteriormente sufra un robo por parte de delincuentes que, no se sabe por qué, no desmontan su coartada en el epílogo, haciendo la resolución de la historia de todo punto inaudita. Lo que sucede a continuación del citado robo es un pastiche en toda regla que supura por doquier "déjà vu", por si fuera poco aderezado con secundarios de ínfima solvencia. No contento con ello, el director culmina la película con una Rosamund Pike que sale de un hospital incomprensiblemente ensangrentada (han leído bien), dando pie a una absurda escena de ducha en la que alecciona a su marido mientras va eliminando la sangre ya seca de su cuerpo.
En cuanto a las interpretaciones principales, mejor no hablar de la ya proverbial inexpresividad de Affleck. Rosamund Pike hace gala de unas dotes insuficientes para salvar un personaje diseñado desde los extravíos de la escasamente lúcida mente del guionista; a decir verdad, es realmente este último quien al final de todo este disparate demuestra estar auténticamente perdido.