No es la mejor ni la película más brillante, pero sí la más mágica...la más bella y enternecedora cinta que visto desde hace mucho tiempo.
Además, me devolvió esa maravillosa sensación de viajar y soñar sin levantarme de la butaca del cine como si nada de lo que sucediera fuera de la sala de proyección existiera ¿Reconoceís esa sensación?

La primera parte de la película es...espectacular. Bueno, más que espectacular es dolorosamente realista. Describe la India más brutal de los suburbios, esa India que yo conozco en primera persona (he estado cinco veces) y que a veces me cuesta mirar a la cara porque "la realidad duele".

El guión es curioso y el desarrollo se disfruta con interés aunque sobre la mitad pierde un poco el ritmo.

Es una mezcla de película occidental y película típicamente de Bolliwood. ¡Éste es otro encanto añadido!
En esa misma butaca desde la que floté por la magia cinematográfica...en esa misma butaca lloré al final, cuando los personajes se entregaban a un ritmo divertido y frenético al estilo más boliwoodense. Lloré, digo, desbordada por las sensaciones y los recuerdos que la película me ofreció de la India en la que la dicha y la miseria, la belleza y el horror, el asco y la dulzura, todo se mezcla.
No sabes qué pensar.
Quizá no se puede describir la magia.