Ni ahí le llega esta película a James Bond y menos a Jason Bourne.
Es como si hubieran recogido todos los clichés que sobre el género de agentes secretos se han escrito y publicado y los hubieran unido uno tras otro sin orden ni concierto.
El que si habrá tenido trabajo es el montador pues todo el film es un constante cambio de rápidas e inacabadas secuencias, como un flash que se dispara uno tras otro, lo que la hace encima de mala, pesada de ver.