Sin duda, Fences es algo muy parecido a lo que hacía Laurence Olivier en todas esas versiones cinematográficas de Shakespeare, teatro en estado puro.
La adaptación de esta obra teatral de Broadway se resuelve con increíble pericia y aunque pudiera parecer que vamos a asistir a un espectáculo aburrido se solventa con un elenco absolutamente en estado de gracia que rellena la falta de acción, innecesaria en este caso.
Un aplauso para Denzel Washington en un año en el que se muestran los logros de la comunidad negra a través de un puñado de buenas películas bien interpretadas y se deja atrás el horror de la esclavitud y la opresión.

Bill de Caledonia