La segunda vez que vi Hero me gustó menos de lo que recordaba. Afortunadamente eso no me ha pasado con La casa de las dagas voladoras, segunda incursión de Zhang Yimou en el cine espectáculo.
La casa de las dagas voladoras es principalmente una historia de amor que se nos va descubriendo poco a poco. Dos soldados del ejercito intentan capturar a una mujer. Uno de ellos se enamora perdidamente de ella, mientras las motivaciones del otro siempre permanecen ocultas. Y en medio de todo esto, o mejor envolviendo todo esto, Zhang Yimou nos deslumbra con una puesta en escena de una belleza incomparable. Luchas, persecuciones, seducción, están filmados como si fueran pequeñas obras de arte. El uso que se hace del color resulta espectacular. La integración de la acción en los paisajes es perfecta. Todo ello acompañado por una maravillosa banda sonora que nos lleva directamente al corazón de la acción.
Los tres protagonistas están a la altura estética que la película requiere, acompañando su notable presencia física con la sensibilidad y elegancia.
Además la película se reserva para el final su mejor secuencia. Esa lucha en la nieve donde culmina la historia resulta tan trágica como deslumbrante.