Repasando la filmografía de Jim Jarmush veo que solo he visto cuatro de sus películas contando esta última, Solo los amantes sobreviven. Y casualmente son cuatro de sus películas más grandes, al menos en cuanto a presupuesto y caras conocidas en el reparto. Dead Man, Ghost Dog, Flores Rotas son, junto a la última, estas cuatro películas, y tengo que admitir que, salvo en el caso del samurai que hizo Forest Whitaker, no conecté mucho con sus personajes, algo que me fastidió considerablemente en Flores Rotas ya que la vi con muchas ganas. Aun así, y aunque sí que hay muchos puntos en común entre las cuatro, me faltan muchas, y esenciales, películas de Jarmush por ver como para ponerme aquí a hacer valoraciones más exhaustivas. Dicho esto, diré que Solo los amantes sobreviven no solo es la que más me gusta de las cuatro sino que es una de las películas más atractivas que he visto en el cine en bastante tiempo. Algo que me lleva a pensar que, tal vez, Dead Man no sea, ni mucho menos, tan mala como mi juvenil recuerdo me hacía creer (una revisión sería más que oportuna).
Con Solo los amantes sobreviven Jim Jarmush se marca una película de vampiros, me atrevería a decir que, única, especial y diferente a todo lo que se ha hecho anteriormente. Tal vez decir esto sea mucho atrevimiento por mi parte, dadas mis limitadas referencias y escasa cultura en asuntos vampíricos.
Los protagonistas de Solo los amantes sobreviven son Adam y Eve (atención a los nombres), dos vampiros que llevan siglos amándose. Adam en la actualidad es un músico de rock que vive en Detroit, una ciudad desolada pero atractiva, en la que intenta sobrellevar como puede la vida en una época decadente en la que el romanticismo y la cultura, tal y como él las entendía, han pasado a mejor vida. Lejos de allí, en una oscura y fascinante Tánger, vive Eve. Mejor adaptada a los tiempos actuales, Eve volará a Detroit para ayudar a Adam a remontar el vuelo. La calma que encontraran el uno en el otro se vera truncada con la llegada de Ava, hermana pequeña de ella y que desestabilizará el equilibrio que ha permitido a Adam y Eve amarse y sobrevivir a lo largo de los siglos.
La manera en que Jim Jarmush envuelve esta historia, completamente alejada de cualquier tópico conocido hasta ahora, hace que como película de vampiros Solo los amantes sobreviven sea poco menos que deliciosa por excéntrica y rara. El juego de referencias culturales que envuelve a los dos protagonistas resulta, precisamente por obvio, totalmente gozoso. Referencias musicales y literarias que envuelven a la historia en un romanticismo decadente que nos mantiene suspendidos en un estado de completa fascinación.
La forma en que Jim Jarmush ilumina la noche, la forma en la que los personajes se mueven por ella, sus paseos nocturnos en coche, sus salidas en busca de alimento, y la excelente música, son el complemento perfecto para que el conjunto nos mantenga en un estado de hipnosis en el que nos podríamos quedar a vivir.
Nada mejor que la presencia del atractivo Tom Hiddleston (impagable Loki en varias películas Marvel) y la siempre sugerente Tilda Swinton (aquí etérea como nunca) para que el magnetismo que desprende esta película, su capacidad de enganche, sean absolutamente disfrutables.
Mención especial para ese final, en las calles de Tánger, donde una inolvidable actuación musical sirve de prólogo a una secuencia final maravillosa.