Revisando todos los títulos dirigidos por Almodóvar hasta la fecha, creo que Mujeres al borde de un ataque de nervios es su última gran comedia, tal vez también la primera. Comedia de altura hay en muchas de sus películas, no hay más que ver Volver, pero lo que se conoce como una comedia absoluta, donde las situaciones, los personajes y los guiños provienen de las más clásicas comedias de enredo, se puede decir que esta es la única en la carrera de Almodóvar. Y lo bueno es que, aun siendo una comedia, la historia de Mujeres al borde de un ataque de nervios esconde un drama al mismo nivel que La flor de mi secreto, por poner un ejemplo. Y ahí es donde brilla la habilidad de Almodóvar como guionista y director, en la facilidad para transformar una historia en algo totalmente distinto a lo que realmente es.
En el caso de Mujeres al borde de un ataque de nervios, Pedro Almodóvar transforma una historia de infidelidad y desesperación, en un hilarante, ingenioso y divertidísimo vodevil del que saltan las chispas con cada nueva secuencia.
Pepa acaba de ser abandonada por su amante. Lejos de resignarse y llorar en soledad intenta buscar una explicación. En esta búsqueda van apareciendo un aserie de personajes que, gracias a inesperados giros del guión, acaban confluyendo en el apartamento de la protagonista, protagonizando algunos momentos cómicos absolutamente gloriosos.
La exmujer del amante completamente chiflada, y que resulta el mejor hallazgo de la película, la amiga de buen corazón y sus problemas con el terrorismo internacional, el hijo del amante tan despistado como enamoradizo, su estricta y antipática novia que vivirá un sueño muy placentero, dos policías que pasaban por allí y de propina un delicioso gazpacho son algunos de los ingredientes que Almodóvar mete en su batidora para conseguir una película precisa y perfecta en la que cada ingrediente enriquece más si cabe la historia. Además está, obviamente, el personaje principal entorno al que giran todas las acciones y que es el punto de unión perfecto.
Tras unos primeros minutos en los que la película parece no haber envejecido bien, la historia va tomando cuerpo, el ritmo se va volviendo frenético, y todo ello ayudado por la original apuesta estética habitual del director, llevan a Mujeres al borde… a un punto de disfrute absoluto.
Buena parte del mérito también proviene de un reparto espléndido en el que la determinación de Carmen Maura, la ingenuidad de María Barranco y la locura de la inmensa Julieta Serrano brillan con luz propia.