Después de varios trabajos para televisión, Joe Wright se dio a conocer con una espléndida adaptación de la novela de Jane Austen Orgullo y Prejuicio. No contento con eso, su segunda película volvió a ser una adaptación, esta vez de una novela reciente, Expiación de Ian McEwan. El resultado esta vez fue sencillamente memorable, demostrando ser un virtuoso de la dirección. Y aunque su tercera película, que es El Solista, también adapta un libro inspirado en la historia real de su autor, el cambio de tercio con respecto a sus anteriores películas es bastante notable. Cambia de país, deja las historias de época para contar una historia actual, se olvida de Keira Knightley, y también cambian los resultados, ya que no hay nada en El Solista que nos haga pensar que la mano de un director tan elegante y detallista esté detrás de ella.
La historia de El Solista es la clásica y típica historia de superación personal que tanto abunda en el cine americano. Una enfermedad mental aleja al protagonista de la historia del futuro que le esperaba como violinista de enorme talento. Este hombre acaba viviendo como indigente en las calles de Los Ángeles, pero sin perder en ningún momento su pasión por la música. Hasta que un día es descubierto por un periodista, que decide ayudar a este hombre a recuperar su espacio en un mundo en el que ya no tiene cabida. A partir de este momento todo transcurre de la forma más previsible que se pueda imaginar. El periodista, obviamente, también está pasando por una mala racha, cada uno de los protagonistas encuentra en el otro el apoyo que necesita para salir adelante, la confianza inicial se transforma posteriormente en rechazo, y el final es de los que se ve venir desde el primer minuto de película.
Y el problema de todo esto es que el director Joe Wright no encuentra la forma de hacer que toda esta sucesión de tópicos lleguen a parecer una película original y atractiva. Todo en El Solista huele a fórmula, a cine prefabricado, sin un rasgo de originalidad ni personalidad. Eso no quiere decir que la película no sea eficaz en lo que se propone, pero queda muy lejos del talento demostrado anteriormente por su director. La historia sigue, paso a paso, el camino que se espera de ella, mientras que la realización de Joe Wright no puede ser más plana e impersonal.
La mayor baza con la que cuenta la película es la presencia de sus dos actores protagonistas. Robert Downey Jr como el periodista, y Jamie Foxx como el músico, tienen la suficiente fuerza y carisma como para mantener el interés del espectador durante las dos largas horas que dura la historia.
Solo queda esperar a la siguiente película de Joe Wright para ver si es que solo se desenvuelve bien cuando trabaja con Keira Knightley (lo mismo le pasa a ella), o es capaz de hacer buenas películas también sin ella.