La pareja formada por el director Paul Greengrass y el actor Matt Damon nos han proporcionado algunas de las mejores dosis de cine de acción de la última década gracias al personaje de Jason Bourne y muy especialmente a la última entrega de la serie, El ultimátum de Bourne. Además por separado los dos han demostrado talento más que sobrado. El director acercándose a temas complejos y duros sin perder en ningún momento la perspectiva cinematográfica y el actor embarcándose en proyectos casi siempre ambiciosos y arriesgados.
Juntos otra vez han decidido combinar en una sola película sus mejores habilidades. En Green Zone tratan de contar lo que de verdad pasó en Irak con las supuestas armas de destrucción masiva, sin dejar de lado su pericia para ofrecernos las mejores y más vibrantes secuencias de acción. El resultado en cambio es más desequilibrado de lo que cabía esperar.
El protagonista de la historia es un teniente del ejército americano cuya misión es la de encontrar las armas de destrucción masiva escondidas por Sadam Hussein, y que llevaron a los Estados Unidos a la guerra contra Irak. Cada pista y cada investigación acaban llevando a los soldados al lugar erróneo. Allí no hay nada. Decidido a aclarar esta serie de informaciones fallidas el personaje que interpreta Matt Damon va descubriendo la enorme y compleja red de mentiras que envuelven esa operación llevada a cabo por su país.
La denuncia de unos hechos decisivos en el desarrollo de la historia reciente resulta directa y sin concesiones. No deja lugar a dudas ni a interpretaciones. La película dice bien claro lo que quiere decir. El problema es que al final no queda la sensación de haber visto una película decisiva en ese sentido, y es que por muy clara y arriesgada que sea la propuesta de Green Zone queda en segundo plano, oculta tras la espectacular sucesión de escaramuzas y secuencias de acción tan arrolladoras como aparatosas. Y pese a ello ni siquiera en ese aspecto brilla Green Zone como en su día lo hizo la magnífica El ultimátum de Bourne. Todo resulta vistoso y entretenido pero bastante más trillado.
Así que al final, aunque la acción no es deslumbrante consigue imponerse a la denuncia que plantea la historia, que es la que verdaderamente debería haber sido la columna vertebral de la película.
De Matt Damon yo me creo cualquier personaje, y si además se trata, como en este caso, de un soldado cuya integridad está por encima de cualquier otra cosa, pues más si cabe.
Es una pena que al final la película se decante por ser una especie de Bourne en Bagdag, porque el material que maneja hubiera dado para hacer la película definitiva sobre el tema. Aun así Green Zone está lo suficientemente bien hecha como para superar la medianía de los estrenos semanales.