Vi Birdy por primera vez hace muchos años, de adolescente, y me impacto mucho. Ahora el impacto ha sido mucho menor. Y es que a Alan Parker se le ve mucho el plumero con esta película.
La premisa de la que parte la película está cogida con pinzas. La historia de este chico obsesionado con volar, que vuelve traumatizado de la guerra de Vietnam, es mucho menos de lo que el director pretende hacernos creer.
Alan Parker envuelve su historia de forma inmejorable, como suele hacerlo habitualmente. Llamativa puesta en escena, secuencias resueltas de forma brillante, excelente fotografía, llamativa y discutible banda sonora de Peter Gabriel, y sobre todo cuenta con la presencia de dos jovencísimos actores por aquella época, Nicolas Cage y el espléndido Matthew Modine. Y pese a tanto esfuerzo por impactar la película me deja más frío de lo esperado, y de lo pretendido. Y es que debajo de toda esta llamativa superficie no hay un argumento demasiado consistente.
No sabemos mucho de Birdy, nadie nos cuenta nada de su comportamiento, todo ocurre por que si, y la verdad es que de esta forma se pierde buena parte de la credibilidad de la historia, y sobre todo de la implicación por parte del espectador. Pero eso si, la película es muy brillante.