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España España · bilbao
Voto de ernesto:
7
Drama Los Weston viven en una gran mansión en las afueras de Pawhuska, en Oklahoma. La desaparición del padre en extrañas circunstancias hace que la familia se reúna y que todas sus miserias salgan a la luz. Adaptación al cine de la obra de teatro homónima ganadora de un Tony, que a su vez adapta una novela ganadora del Premio Pulitzer en 2008. (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las nuevas obras de teatro que todos los años ven la luz en la vibrante cartelera de Broadway son muchas las que han dado el salto internacional para triunfar después en los teatros de medio mundo. Un dios salvaje y Arte de Yasmina Reza, La Cabra o ¿quien es Silvia? de Edward Albee o la ya lejana Perdidos en Yonkers de Neil Simon son algunas de las que han triunfado en los teatros españoles. Una de las últimas en alcanzar el triunfo ha sido August: Osage County del escritor y actor Tracy Letts. Un drama familiar de más de cuatro horas de duración que ha hecho vibrar al publico de medio mundo con su impagable colección de miserias envueltas en mucho humor negro.
Como tantas de estas obras August: Osage County también ha sido llevada al cine, medio en el que casi ninguna de ellas ha lucido igual que lo hacía sobre las tablas de un teatro. La propia Un dios salvaje dirigida por Polanski (ahora de actualidad con otra adaptación teatral, La venus de las pieles), Caballo de batalla de Spielberg o La duda han sido algunas de las más llamativas. Tras la recepción de crítica y público se puede decir que la obra de Tracy Letts, y que en España se llama simplemanete Agosto, tampoco ha sido capaz de llevar a la pantalla el arrollador torrente de sentimientos del texto original, aunque a mi particularmente sí me ha gustado.
Agosto, la película, ha sido dirigida por John Wells, un director curtido en la televisión con solo una película en su haber. Esta elección ya restaba parte del entusiasmo ante la posibilidad de ver Agosto adaptada al cine. Que el propio Tracy Letts fuera el encargado de la adaptación era, en cambio, una garantía de fidelidad, sino al texto completo sí al espíritu de la obra. Por último la apuesta por esta película se intuia poderosa con la elección de Meryl Streep y Julia Roberts para encabezar el extenso reparto, decisión que, pese al renombre de las estrellas, tampoco parecía la más adecuada. El resultado final es una película bastante discutida, que ha perdido mucha de la fuerza original en su paso al cine, pero que consigue mantener la esencia del relato, y que pese a haber perdido una buena parte del texto por el camino, los conflictos que propone siguen calando en el público.
En esencia Agosto es un melodramón familiar con padres suicidas, madres enfermas, infidelidades, hijos secretos, asomos de pederastia y hasta unas gotas de incesto. Vaya, que lo tiene todo para salir corriendo y no parar. Y aun así la película consigue que nos vayamos tragando todos estos dramas con absoluta naturalidad, por más que con tantos frentes abiertos y tanta cantidad de personajes sea difícil profundizar y extraer emoción de todas las subtramas. Es ahí donde la película hace más palpable esa reducción en su duración con respecto a la obra original.
Donde Agosto se mantiene fuerte es en el conflicto principal que plantea la trama, que es la difícil relación de esa madre absorbente y sus hijas, especialmente la mayor, en un choque del que saltan las chispas y que mantiene la tensión dramática del relato (destacar en ese sentido dos potentes escenas en torno a la mesa). A su lado el resto de subtramas se quedan cortas, por más que se intuya verdadera emoción en alguna de ellas. Las estridencias del personaje de la madre, eje principal del relato, aportan unos toques de humor negro que hacen más llevadero el exceso melodramático.
El trabajo del director John Wells no aporta nada especial a una película que pertenece casi por entero a sus actores, y solo la calidez de su fotografía y de su banda sonora (méritos que no son suyos) apotan algo de empaque a la puesta en escena.
Como he dicho, en una película de estas características son el texto y los actores los dueños de la función, y en este caso la función pertenece a Meryl Streep y Julia Roberts, madre e hija. La primera se marca uno de esos números histrionicos en los que es especialista, y que en este caso se adapta como un guante a su personaje. Además cuando es necesario reduce su personaje a su esencia más conmovedora, como en la escena del porche. A su lado brilla tanto o más Julia Roberts, mucho más controlada, y con una garra dramática que no exhibía desde los tiempos de Erin Brockovich. La galería de nombres que las acompañan es notable, pero, como sus respectivas historias, se hacen pequeños frente a ellas.
ernesto
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