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España España · bilbao
Voto de ernesto:
8
Drama. Intriga. Thriller Tom Ripley (Matt Damon), un joven empleado de una empresa de servicios de Manhattan, pide prestada una chaqueta de Princeton para tocar el piano en una fiesta. Cuando el rico propietario de la casa charla con él, Ripley le hace creer que es amigo y compañero de universidad de su hijo Dickie (Jude Law); entonces, el padre ofrece a Tom mil dólares si va a Italia y convence a Dickie para que regrese a casa. Cuando conoce a Dickie, que es ... [+]
14 de julio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una filmografía bastante corta Anthony Minghella se convirtió de forma inesperada en una de referencia obligada dentro de ese gran cine de aroma clásico que era capaz de satisfacer al gran público, a los mismísimos Oscar o a la crítica más tradicional. He dicho de forma inesperada porque aunque ahora El paciente inglés pueda ser un clásico moderno, en el momento de su estrenó su repercusión pilló a todo el mundo por sorpresa. Nadie esperaba que la nueva película del, por entonces, discreto director Anthony Minghella fuera a ser la película que fue. Sus dos siguientes películas, aunque más irregulares, también resultaron propuestas absolutamente ambiciosas, lujosas y muy bien resueltas. Lástima que un prematuro fallecimiento nos privara de seguir disfrutando de un cine que se parece mucho al cine que a mi más me gusta.
Tras el éxito de El paciente inglés todo el mundo esperaba con ganas (de las buenas y de las malas) la nueva película del director inglés. Esta llegó tres años después, y fue todo un atrevimiento. Adaptar la primera de las novelas de Patricia Highsmith protagonizada por Tom Ripley, y que previamente se había convertido en un clásico del cine gracias a la película A pleno sol de Rene Clement, era una osadía que muchos no vieron con buenos ojos. Que Tom Ripley tuviera los rasgos del entonces jovencito Matt Damon tampoco ayudaba a la hora de ganarse las simpatías más cinéfilas. Pero Minghella salió triunfante del empeño con una película de una factura deslumbrante que no hacía sino potenciar el lado más retorcido, sibilino y juguetón del relato. La presencia de cinco de los actores más prometedores del momento (alguno desgraciadamente ya leyenda) redondeaba una película notable, pese a que muchos no le perdonaron a Minghella la herejía.
La historia comienza con Tom Ripley tratando de infiltrarse, con habilidad y pocos escrúpulos, entre las altas esferas de la sociedad neoyorkina. Finalmente, haciéndose pasar por quien no es, Ripley entabla relación con un importante y acaudalado empresario que le propone viajar a Europa para intentar llevar de vuelta al redil familiar a su hijo, un bon vivant al que Ripley dice conocer. Así Ripley se planta en la deslumbrante y soleada Italia de los años 50 y entabla relación (siempre a base de mentiras) con Dick Greenleaf. La relación se va haciendo cada vez mas estrecha hasta que comienza a resultar obsesiva por parte de Ripley. Cuando Greenleaf trata de cortar por lo sano los acontecimientos se precipitan y Tom Ripley se verá envuelto peligrosamente en su propia red de engaños. Una red de la que le resultará imposible salir. O no, ¿quien sabe?.
Ya desde los excelentes títulos de crédito iniciales y sus primeras imágenes, se adivina que Anthony Minghella no se ha tomado el proyecto a la ligera, dando una importancia primorosa a la creación de un entorno y una atmósfera en los que la historia de Ripley se desarrolle con absoluta credibilidad. Algo que alcanza cotas insuperables en cuanto la acción de la historia se traslada a Italia y que seguramente siempre lleva ventaja al desarrollo de un guion que muchas veces navega en aguas pantanosas.
El guion de El Talento de Mr. Ripley juega al peligroso juego, sobre todo en su segunda mitad, de la falta de credibilidad, con giros que no se si aguantarían un análisis muy exhaustivo. No conozco la novela, ni la película de Clement, así que no se como se sortearon allí estas cuestiones, pero en esta ocasión Minghella consigue camuflar todas las posibles flaquezas de la película con una solvencia notable. Se intuye la debilidad del castillo de naipes, pero nunca vemos que se caiga.
La profesionalidad de Minghella queda también más que patente en la dirección de actores, consiguiendo que los cinco intérpretes principales rayen a gran altura sin importar la extensión de sus personajes. Y destaco sobre todo a los tres chicos, en personajes completamente diferentes pero muy complejos. Damon, Law y Hoffman hacen trabajos superlativos. Especialmente arriesgado el de Matt Damon que hace un Ripley juvenil, viscoso y peligroso que no convenció a todo el mundo.
ernesto
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