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España España · bilbao
Voto de ernesto:
7
Romance. Comedia Edward Lewis (Richard Gere), un apuesto y rico hombre de negocios, contrata a una prostituta, Vivian Ward (Julia Roberts), durante un viaje a Los Angeles. Tras pasar con ella la primera noche, Edward le ofrece dinero a Vivian para que pase con él toda la semana y le acompañe a diversos actos sociales. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pretty Woman es una película asociada a una época y a mil recuerdos. La adolescencia te marca la existencia sí o sí, y las experiencias asociadas con ella se recuerdan siempre. Y en lo cinematográfico aquellos fueron años que recuerdo con total nitidez. Todo empezó el años anterior, cuando películas como Las amistades peligrosas, Rain Man o Armas de mujer me descubrieron un mundo apasionante. Llegaron Batman, el tercer Indiana Jones y más tarde El club de los poetas muertos y Nacido el cuatro de julio entre muchas otras. Pretty Woman fue uno de los momentos culminantes de esa época. Su estreno, pasado el verano, llegó precedido de un éxito descomunal en Estados Unidos, y la película era un acontecimiento como seguramente yo todavía no había vivido en un cine. Había que verla. Y la vimos. Y la vivimos. Y la disfrutamos. Nos reímos y lloramos con ella. Era nuestra película.
Pretty Woman era la típica comedia romántica, previsible y sin sorpresas. Pero jugaba sus cartas con una habilidad tremenda. Un romance aparentemente imposible, combinado con un sentido del humor tan básico como contagioso llenaron las plateas de los cines de una complicidad entre el público que para mi novata afición por el cine era completamente nueva.
Por aquella época el nombre de Richard Gere era de sobra conocido incluso por quien, como era mi caso, probablemente no lo había visto todavía en ninguna película. Miento, si que le había visto en vídeo, en Oficial y Caballero (cosas de tener una hermana mayor). Y aunque el sector femenino quedó maravillado con su presencia tengo que reconocer que en mi caso podían haber puesto al mismísimo Antonio Resines, que yo no me hubiera dado cuenta. Y es que en Pretty Woman conocimos por primera vez (Magnolias de acero la vi después) a Julia Roberts. Pocos derroches de carisma tan deslumbrantes como su aparición, espectacular, en esta película. Tal vez todavía no era una gran actriz. Tal vez nunca lo haya sido (aunque últimamente anda bastante sobrada). Pero era, y es, uno de esos animales cinematográficos de los que es difícil apartar la mirada cuando aparece en una pantalla de cine, y en Pretty Woman ponía ya en evidencia todas estas virtudes. Entonces me enamoré de ella, y creo que todavía me dura.
El tiempo pasó, y seguramente el entusiasmo también. Los años, las miles de películas vistas después o la edad han relegado a Pretty Woman a un lugar bastante discreto dentro de la consideración de los que nos consideramos (muy modestamente) cinéfilos. La prueba está en el discreto 6 que le puse hace años en esta misma página.
Veinticuatro años y diecinueve pases televisivos después he vuelto a ver Pretty Woman entera, del tirón, al final de una semana en la que el ánimo estaba un tanto decaído. Y lo ha vuelto a hacer. A vuelto a funcionar. A esta alturas no contaba con ello y la sorpresa ha sido más que agradable. Su magia, aunque básica y elemental, sigue teniendo la capacidad de llegar al público y dejarlo en un estado un poco más feliz que al comienzo. Lo que no es poco.
No es esto una crítica habitual. Es un simple apunte, más personal que otra cosa, que ahora, recién terminada la película, me apetecía hacer.
ernesto
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