El lector es una de las películas que más ha divido a la crítica de todas cuantas han sido candidatas al Oscar este año. Y desde luego se entiende, ya que plantea una serie de complejas cuestiones morales, que en muchos casos impiden ver en notable trabajo cinematográfico realizado por un equipo de altura.
El comienzo de El lector no puede ser mejor. Un adolescente a punto de enfermar y una mujer joven de bruscos ademanes se encuentran en la entrada de la vivienda de ella. La mujer atiende al chico y le acompaña a su casa. Tres meses después el vuelve a agradecérselo. Y ahí comienza una apasionada relación entre el sorprendido adolescente y la ardiente mujer necesitada de cariño. Una relación que dura un verano, y que marcará definitivamente la vida de ambos. Esta es sin duda la mejor parte de la película. Rodada con extrema delicadeza, la contagiosa pasión que se desata entre los dos protagonistas resulta tan compleja como inevitable. Pero todo tiene un final, y el de esta relación llega de forma brusca e inesperada.
Después de muchos años volverán a cruzarse sus caminos, pero esta vez las circunstancias serán completamente diferentes. No daré detalles por no desvelar el principal conflicto que propone el guión, pero aquí el adolescente, convertido ya en un joven universitario, deberá hacer frente a las confusas sensaciones que le provoca este nuevo encuentro, como lo tenemos que hacer nosotros como espectadores. Mientras que en ella, ahora una señora madura, nos resultará difícil volver a ver a esa sensual y ruda mujer. En esta parte la película te introduce de lleno en un conflicto moral tan complejo como apasionante. Entre tanto la gran Kate Winslet nos deleita con un personaje lleno de aristas, brillando en cada una de ellas de forma abrasadora. Y a su lado el joven David Kross transmite toda la pasión, la confusión y la dudas de un personaje casi siempre sobrepasado por la influencia que esta mujer tiene es su vida cada vez que aparece.
A partir de aquí la película pierde algún punto, resultando más fría y académica, y sin duda menos contundente en lo que al principal motivo de conflicto de la historia se refiere. Kate Winslet maquillada y David Kross adulto, o sea, Ralph Fiennes resultan presencias menos vibrantes, pese a que la película se permite algún momento de calculada y contenida emoción. Desgraciadamente dos finales un tanto innecesarios, uno en Nueva York y otro en un cementerio, hacen que la apasionante historia acabe de forma gris y anodina, todo lo contrario de como empezó.
El lector puede ser una película discutida, para algunos incluso discutible, pero sin duda nos ofrece algunos de los mejores momentos de cine que he visto ultimamente, además de uno de esos personajes femeninos con el que cualquier actriz soñaría, debido a la dificultad e incontable gama de matices que tiene