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España España · bilbao
Voto de ernesto:
6
Drama Un matrimonio con tres hijos vive en una mansión en las afueras de una ciudad. Los chicos, que nunca han salido de casa, son educados según los métodos que sus padres juzgan más apropiados y sin recibir ninguna influencia del exterior. Creen que los aviones son juguetes o que el mar es un tipo de silla forrada de cuero. La única persona que puede entrar en la casa es Christine, guardia de seguridad en la fábrica del padre. (FILMAFFINITY) [+]
5 de noviembre de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando a un lado a Theo Angelopoulos es muy difícil encontrarse con una película griega en nuestros cines. Hace unos años se estrenó una comedia culinaria de título Un toque de canela, que tuvo cierta repercusión, y muy poco más. Está claro que para que una película griega, o de cualquier otra nacionalidad fuera de las habituales, llegue a nuestras pantallas tiene que llamar la atención de forma poderosa, principalmente, en algún festival de cine. Y eso es precisamente lo que hizo Canino en el Festival de Cannes de 2009. Revoluciono la sección Una cierta mirada, y de paso consiguió que todos los allí presentes se fijaran en ella. No se si Canino es una película exclusivamente hecha para provocar, pero desde luego es algo que consigue con facilidad.
La historia de Canino es sencilla de explicar, pero eso no quiere decir que sea sencilla de comprender, asimilar o interpretar. En un chalet de una zona residencial vive un matrimonio con sus tres hijos, un chico y dos chicas. La casa es como una fortaleza, y los tres hijos no conocen la vida en el exterior. Los padres han decidido que crezcan completamente aislados del mundo. Todo lo que allí dentro sucede escapa a cualquier tipo de razonamiento lógico. La forma en que han sido educados o la relación que mantienen entre ellos solo responde a la enfermiza mente de unos progenitores de los que no sabemos los motivos que les han llevado a actuar de semejante forma. Solo una persona ajena a la casa entra de vez en cuando, bajo unas medidas de seguridad impuestas por el padre, para satisfacer los impulsos sexuales del hijo.
La propuesta del director Giorgios Lanthimos es profundamente inquietante, provocadora y posee un magnetismo que, pese a las violentas e incómodas imágenes, hace que resulte muy difícil apartar la mirada de la pantalla o desentenderse de la historia.
El problema llega cuando se acaba la película y uno se para a pensar en lo ha visto. Canino no es una película de acción o entretenimiento a la que no hay que exigirle nada más. Canino es una propuesta atrevida, directa, sobre la que es necesario obtener alguna lectura, alguna interpretación. Y a mi me resulta imposible sacar alguna conclusión sobre lo que me han contado, más allá de la atracción que puede provocar la película. Al final me pregunto hasta que punto la historia que nos han contado es globo demasiado hinchado y absolutamente gratuito.
En cualquier caso al director se le debe reconocer un trabajo milimétrico y directo de puesta en escena, y a sus seis intérpretes agradecerles que se entreguen en cuerpo y alma a unos personajes tan difíciles de asimilar y comprender.
No se si la comparación es acertada o no, pero Canino me ha provocado sensaciones parecidas a las que el año pasado tuve después de ver Anticristo de Lars Von Trier.
ernesto
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