Estamos ante la enésima película de superhéroes. Todos los años se estrenan centenares de ellas, y son muy pocas las que tienen algo especial que les hace ser algo más que un simple divertimento. Iron Man está a punto de conseguirlo en varios momentos, pero al final se queda en lo de siempre.
Como toda primera entrega que se precie, buena parte de la película se centra en conocer los orígenes del héroe. Y aquí estamos ante los mejores momentos de la película. Toda la parte que transcurre en Afganistán resulta tan sobria como sólida, alejándose del espectáculo circense habitual en estas películas.
El resto de la historia ya resulta más convencional. Aparece el malo de la función, por supuesto también aparece la inevitable chica, y todo transcurre por los cauces habituales, hasta llegar a un enfrentamiento final que infantiliza de forma considerable toda la sobriedad inicial.
Afortunadamente Iron Man cuenta con uno de los héroes mejor trazados de los últimos años, y además tiene la suerte de contar con el actor idóneo para encarnarlo. Robert Downey Jr. le proporciona toda energía, profundidad y sentido del humor que el personaje requiere. Junto a él un malo de lujo bajo los rasgos de un espectacular Jeff Bridges, y la encantadora Gwyneth Paltrow como la ayudante que aporta tensión sexual a la historia.
Aunque en muchos momentos Iron Man aparenta ser una película más seria e interesante de lo esperado, no consigue mantener el nivel de interés hasta el final.