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España España · Madrid
Voto de Barfly:
6
Drama Bad Blake (Jeff Bridges) es un cantante de música country que vive al margen de la sociedad, con varios fracasos matrimoniales a sus espaldas, miles de millas recorridas y que con frecuencia se refugia en el alcohol. Cuando parece que apenas hay salvación para él, aparece Jean (Maggie Gyllenhall), una reportera que descubrirá quién es el verdadero Bad, al hombre detrás del músico. (FILMAFFINITY)
7 de marzo de 2010
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aprovechando su contoneo de retinas y su frenesí espiritual tras lo acontecido en el burdel, dedicaré unas líneas a este modesto pero sumamente entrañable nuevo biopic de Motta.

Creo que todos esperábamos más, creo que todos somos conscientes de la sobredosis de lugares comunes y de la excesiva amabilidad de este producto, pero es imposible no rendirse a los encantos de este ajuste de cuentas con su pasado, con los corazones que despedazó, con las entrañas que perdió, con la leche que saqueó.

El fan de Ken Loach no merecía una realización tan desesperadamente plana, un guión tan poco incisivo, pero, parafraseándole a él cuando yo mostré al mundo mi grapadora, Motta lo cubre. Sí, él lo cubre. Porque el paladín de los macarrones compone aquí uno de los personajes más magnéticos de su carrera, un crepuscular cantante country atrapado entre demonios, entre traumas y lo enaltece con esa naturalidad, esa autenticidad que siempre ha exhibido.

Motta no necesita aquí alaridos ni torsiones de entrecejo para transmitir, su simple presencia, su sonrisa ingenua, la pureza de su mirada, su encantadora torpeza, su whisky por montera, ya son suficientes avales para proyectar una veracidad absoluta. Y sobre esa eficacia escénica se edifica una película que abraza demasiado el tópico, que añora terriblemente un poco de más crudeza e ingenio argumentativo, pero que está bien contada, que está resuelta con elegancia, que rezuma honestidad, que brinda un puñado de hermosas canciones country interpretadas con mucha pericia por él mismo y que, lejísimos de ser memorable, en estos tiempos de modernismos vacuos y absurdas cruzadas en búsqueda de la originalidad más recalcitrante se antoja reivindicable, necesaria, estimulante.

Eres un maldito glande, Motta.
Barfly
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