Cuando supe que en esta película actuaba Hiam Abbass, una de las actrices con mejor relación belleza-dotes interpretativas del actual panorama cinematógrafico, no quise perdermela. El resultado fue una gran decepción debido no tanto a su breve actuación como a su personaje, esbozado con brocha gorda y sin ningún margen para lucirse. Aun así es para recordar esa escena en la playa, sentada frente al mar, en la que girándose hacia su marido con un bote de crema en la mano le pide con la mirada que le frote la espalda. ¡Qué ojos y que mirada tiene!. Es preciosa; quien pudiera surcar con ella uno de los meandros. Superada la decepción de su fugaz aparición, lo que presencié fue una bella historia sobre dos hombres, amigos de la infancia, que se vuelven a encontrar en la madurez, resurgiendo entre ellos esa amistad interrumpida pese a que sus vidas han seguido rumbos totalmente distintas y diferentes son sus formas de ver el mundo. Es una película de actores que no sería casi nada sin la genial interpretación de sus dos principales protagonistas, con grandes dialogos, algunos cómicos y otros más emotivos, en los que no echas en falta una palabra de más ni una palabra de menos.