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Voto de brulote:
7
5,0
12.085
Comedia. Drama. Romance
Flor (Paz Vega) es una mexicana que emigra a los Estados Unidos para poder ofrecer una vida mejor a su hija. Una vez allí consigue trabajo en casa de una acomodada familia, los Clasky (Adam Sandler y Téa Leoni), a pesar de la barrera que supone su desconocimiento del inglés. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2010
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo creo que para ver “Spanglish” es imprescindible no haber leído ninguna de las críticas que me preceden, no porque estén equivocadas o sean malas (al contrario, algunas son estupendas) sino porque inevitablemente tanta unanimidad acaba por condicionar. Y es que a mí sí me gustó “Spanglish”.
Estamos de acuerdo en una cosa importante. Es irritante tanto tópico latino en Hollywood (la mujer sanguínea, pasional, peligrosamente curvilínea y en el fondo casta es un cliché inexistente, los españoles sabemos que los mexicanos y los hispanoamericanos en general son las personas más educadas y dulces del mundo), y es sencillamente imposible que una niña chicana le diga la siguiente frase a una mujer americana: “Es usted la mujer blanca más buena que he conocido en mi vida”. Nunca di con un mejicano que se considerase descendiente de Mami, la criada de “Lo que el viento se llevó”.
Esto afecta a la película. No es culpa suya, pero Paz Vega actúa como en permanente síndrome de abstinencia. Si en su casa de Sevilla tuviese una sirvienta que se comportase así, pensaría que bebe a escondidas, seguro. Además, como se ha dicho, la convención romántica impone que el personaje pase de no entender ni patata de inglés a conversar con fluidez encadenando dobles sentidos. Era previsible.
Sin embargo, me parece que es una buena película, no sabría decir muy bien por qué. James L. Brooks tiene un manejo maravilloso con los actores y mucho ingenio para los diálogos. Digamos que convierte las situaciones más tópicas en interesantes gracias a estas virtudes.
Estamos de acuerdo en una cosa importante. Es irritante tanto tópico latino en Hollywood (la mujer sanguínea, pasional, peligrosamente curvilínea y en el fondo casta es un cliché inexistente, los españoles sabemos que los mexicanos y los hispanoamericanos en general son las personas más educadas y dulces del mundo), y es sencillamente imposible que una niña chicana le diga la siguiente frase a una mujer americana: “Es usted la mujer blanca más buena que he conocido en mi vida”. Nunca di con un mejicano que se considerase descendiente de Mami, la criada de “Lo que el viento se llevó”.
Esto afecta a la película. No es culpa suya, pero Paz Vega actúa como en permanente síndrome de abstinencia. Si en su casa de Sevilla tuviese una sirvienta que se comportase así, pensaría que bebe a escondidas, seguro. Además, como se ha dicho, la convención romántica impone que el personaje pase de no entender ni patata de inglés a conversar con fluidez encadenando dobles sentidos. Era previsible.
Sin embargo, me parece que es una buena película, no sabría decir muy bien por qué. James L. Brooks tiene un manejo maravilloso con los actores y mucho ingenio para los diálogos. Digamos que convierte las situaciones más tópicas en interesantes gracias a estas virtudes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La escena en la que una histérica Tea Leoni le confiesa su infidelidad a Adam Sandler creo que es magnífica en este sentido. “Llevo once semanas viéndome con otro hombre…” y empieza un relato desquiciado que interrumpe para demandarle al marido su reacción. Éste, boquiabierto: “No te he escuchado…, me quedé en la primera frase”. No creo que, como se ha dicho, haya melodrama, Brooks se ríe siempre que los personajes sufren. Cuando Adam Sandler dice “No puedo oír bien, me parece que el planeta ha hecho ‘crack’ y todavía tengo ese ruido en la cabeza”, la frase sería pretenciosa en una película seria de Woody Allen, pero aquí, al menos a mí me suena irónica y me río.
Hay paternalismo, sobre todo en el infumable final, pero el retrato del matrimonio “post-yuppi” (judío él, anglosajona ella) es inteligente y curioso, y Cloris Leachman haciendo de madre de Tea Leoni (divertidísima la escena en la que ésta llora amargamente la huida de su marido y la madre no puede ocultar su felicidad al sentirse útil por una vez, parece increíble que alguien diga que esto es un dramón) está sublime.
Hay paternalismo, sobre todo en el infumable final, pero el retrato del matrimonio “post-yuppi” (judío él, anglosajona ella) es inteligente y curioso, y Cloris Leachman haciendo de madre de Tea Leoni (divertidísima la escena en la que ésta llora amargamente la huida de su marido y la madre no puede ocultar su felicidad al sentirse útil por una vez, parece increíble que alguien diga que esto es un dramón) está sublime.