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Voto de Jefe Dreyfus:
4
Bélico. Drama En un pueblo inglés, Albert, el hijo de un granjero, ve nacer un potrillo. Poco después, su padre lo adquiere en una subasta, y el chico le pone de nombre Joey. Pero la familia se arruina y no tiene más remedio que vender el caballo justo cuando estalla la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Ése es el punto de partida de un viaje en el que tanto Albert como Joey lucharán por sobrevivir a la contienda y volver a estar juntos. (FILMAFFINITY) [+]
13 de febrero de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli empieza con el nacimiento del caballo protagonista y a partir de ese momento ya no le vamos a perder la pista. Seremos testigos de como es adquirido por un granjero que se pasa la mayor parte del tiempo empinando el codo y que, por una vez que no va trompa, acaba comprando el caballo más caro e inapropiado del mercado para ponerlo a trabajar la tierra. A pesar de ello, su hijo adolescente le convence de que él lo entrenará y a partir de ese momento entre ellos se forjará una férrea relación de amor y respeto mutuo. Si hubo algo más será la justicia quien deba determinarlo, aunque algunas miraditas del muchacho hacia los cuartos traseros del animal dejaban las cosas bastante claras. De hecho hay un momento del film en el que una joven local se muestra claramente interesada por el chico. No vuelve a salir más.

Técnicamente la película es espectacular, con una gran dirección por parte Steven Spielberg (¿qué decir?), con ese aroma a cine clásico que va desprendiendo la cinta a lo largo de su metraje (esos cielos rojizos que parecen sacados directamente de Lo que el viento se llevó o esas conseguidas escenas de guerra que el rey midas de Hollywood ya ha demostrado sobradamente que se le dan tan bien dirigir), con alguna imagen/secuencia fantásticamente rodada (el ataque de la caballería a través de los campos sembrados), una gran fotografía, recreación de la época y trabajo tanto de actores (el joven Jeremy Irvine, Emily Watson, Peter Mullan, o el televisivo Benedict Cumberbatch) como de animales. En ese sentido la película resulta impecable. Y ni con eso basta para salvarla de la quema.

Y es que Spielberg es un grandísimo cineasta, pero no debe ser muy buen cocinero, porque finalmente war horse termina resultando ser un pastel muy difícil de digerir. Deben saber a qué nos estamos enfrentando: se trata de una de esas películas en la que los buenos son muy buenos, los malos son muy malos, los caballos son animales tan nobles que ni siquiera parece que tengan que cagar y las ocas persiguen a los villanos que huyen despavoridos ante el amago de un certero picotazo. La historia peca de ñoña, cursi y blanda en su tramo inicial, con ese joven granjero entrenando al bravo animal, luchando por superar las adversidades que se le van poniendo por delante (y ya les advierto que no son pocas, que a este mundo se ha venido a sufrir), a mayor glorificación del espíritu de superación personal. La segunda parte de la película, la de la guerra, la trama va sufriendo altibajos de ritmo y va dando bandazos entre la mojigatería propia del primer tramo y la violencia que se vive en primera linea de la batalla (dependiendo de quien sea el dueño del caballo en cada momento, e independientemente de su nacionalidad, porque aquí todo el mundo habla inglés), pero sin perder en ningún momento el tono sensiblero que sobrevuela toda la cinta y que logró exasperarme en más de una ocasión.
Jefe Dreyfus
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