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Voto de LibertyVallance:
8
7,6
9.131
Western. Drama
William Bonney era conocido por todos como "Billy el Niño". Estando encarcelado en Lincoln, después de ser condenado a morir en la horca, llega a sus manos un colt 44, con el que intimida a los guardianes y consigue huir a México. El sheriff Pat Garrett, que en otros tiempos cabalgó junto a él, será el encargado de darle caza. (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peckimpah opta por una visión romántica, y pesimista, del mito. El modo de tratar el tema lleva escrita la fecha en la frente. 1973. Época de cambios. Vietnam, Malcolm X, Solidarity for ever. Resurgimiento de la lucha de clases, también en Estados Unidos. Explosión de contradicciones y con ella revisión crítica de unos cuantos mitos ideológico-culturales.
La lucha por los derechos civiles ha puesto a la Estatua de la Libertad al borde de un ataque de nervios y la crisis económica de 1973, que ya se anuncia en el horizonte, hace que las acciones del american way of life empiecen a cotizar a la baja. Por si fuera poco, el Vietcong acaba de cortarle a tío Sam su cabellera. A río revuelto, arte huracanado soplando desde el Oeste.
Hay voluntad transgresora, experimental casi, en varios elementos de esta película que se podría incluir dentro de eso que algunos críticos dieron en llamar western crepuscular; en referencia a una visión renovada, crítica y un tanto de vuelta de todo (nada ajena, por cierto, al cambio de época antes comentado) de la leyenda de la conquista del Oeste y el pasado glorificado estadounidense, que empezó a extenderse desde mediados de los 60 y sobre todo en los 70.
Con este punto de partida, Peckimpah más que una historia construye un poema, una balada con fondo western sobre lo difícil que es resistir las emboscadas de la vida. Las imágenes, miradas, silencios, explotan en la pantalla y envuelven al espectador en un humo extraño, donde lo que en principio pudiera parecer el tema: la lucha entre el bien y el mal, la persecución del forajido por el representante de la ley, deja su lugar a una reflexión bastante diferente, y mucho más compleja, sobre la amistad y sus límites, la lucha contra el entorno (¿el destino?) que también es la lucha entre los propios principios, miedos, cansancios y contradicciones; la traición en sus múltiples formas, empezando por la traición a uno mismo...
La lucha por los derechos civiles ha puesto a la Estatua de la Libertad al borde de un ataque de nervios y la crisis económica de 1973, que ya se anuncia en el horizonte, hace que las acciones del american way of life empiecen a cotizar a la baja. Por si fuera poco, el Vietcong acaba de cortarle a tío Sam su cabellera. A río revuelto, arte huracanado soplando desde el Oeste.
Hay voluntad transgresora, experimental casi, en varios elementos de esta película que se podría incluir dentro de eso que algunos críticos dieron en llamar western crepuscular; en referencia a una visión renovada, crítica y un tanto de vuelta de todo (nada ajena, por cierto, al cambio de época antes comentado) de la leyenda de la conquista del Oeste y el pasado glorificado estadounidense, que empezó a extenderse desde mediados de los 60 y sobre todo en los 70.
Con este punto de partida, Peckimpah más que una historia construye un poema, una balada con fondo western sobre lo difícil que es resistir las emboscadas de la vida. Las imágenes, miradas, silencios, explotan en la pantalla y envuelven al espectador en un humo extraño, donde lo que en principio pudiera parecer el tema: la lucha entre el bien y el mal, la persecución del forajido por el representante de la ley, deja su lugar a una reflexión bastante diferente, y mucho más compleja, sobre la amistad y sus límites, la lucha contra el entorno (¿el destino?) que también es la lucha entre los propios principios, miedos, cansancios y contradicciones; la traición en sus múltiples formas, empezando por la traición a uno mismo...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Billy el Niño es una especie de imposible Robin Hood condenado a deambular por un salvaje Oeste agonizante a la espera de su propia muerte. Mientras, Pat Garrett se viste de cínico (y bastante venido a menos) héroe de tragedia griega, condenado por los dioses cutres del capitalismo: el poder, el dinero y la lucha por la supervivencia, a una Odisea de polvo, cactus y balas al final de la cual sólo puede haber un premio: el propio corazón, vacío, pero latiendo.
No sólo el contenido rompe esquemas: la visión de Bily el Niño como enemigo de los terratenientes que intenta mantenerse fiel a unos principios que no sabe muy bien cuáles son pero existen; y la de Pat Garrett como renegado con conciencia de sí mismo; el retrato inclemente de un poder cínico, frecuentemente corrupto, siempre al servicio de los ricos; ...
También la forma parece querer huir de lo trillado y tantear otros caminos. Desde el tono resignado y triste de la historia, el ritmo pausado, o el minimalismo de los diálogos (especialmente de los dos protagonistas) -un camino que recorría al mismo tiempo Leone- hasta la elección de cantautores (Dylan y Kristofferson), que en la época representaban cierta conciencia crítica dentro de la sociedad estadounidense, para hacer el papel de dos pistoleros: Alias, uno de los pocos y leales compañeros de Billy, y el propio Billy. Pasando por la elección para la banda sonora de las canciones del propio Bob Dylan
No sólo el contenido rompe esquemas: la visión de Bily el Niño como enemigo de los terratenientes que intenta mantenerse fiel a unos principios que no sabe muy bien cuáles son pero existen; y la de Pat Garrett como renegado con conciencia de sí mismo; el retrato inclemente de un poder cínico, frecuentemente corrupto, siempre al servicio de los ricos; ...
También la forma parece querer huir de lo trillado y tantear otros caminos. Desde el tono resignado y triste de la historia, el ritmo pausado, o el minimalismo de los diálogos (especialmente de los dos protagonistas) -un camino que recorría al mismo tiempo Leone- hasta la elección de cantautores (Dylan y Kristofferson), que en la época representaban cierta conciencia crítica dentro de la sociedad estadounidense, para hacer el papel de dos pistoleros: Alias, uno de los pocos y leales compañeros de Billy, y el propio Billy. Pasando por la elección para la banda sonora de las canciones del propio Bob Dylan