A priori esta película tenía todos los votos para gustar(me). Una glamurosa y picarona versión de "Blancanieves y los siete enanitos", reformulada por el toque maestro de Howard Hawks y un guión de ¡Billy Wilder!. Nada más y nada menos. Mi disposición antes de verla sólo puede calificarse de gloriosa.

Pero no hay nada peor que desear reírse, desear admirarse y envolverse por un cine maravilloso que ya no se fabrica y no poder pese a poner todo el empeño. Por culpa de un guión que ya caducó inevitablemente (y no digo que en su momento no fuese brillante), "Bola de fuego" ya no suscita nostalgia por los buenos y viejos tiempos sino alivio porque hayan llegado otros tiempos más modernos y mejores.

Una tras otra se suceden las escenas bochornosas, una sucesión de enredos de vodevil cuya vulgaridad roza la categoría Norma Duval. Busco con desesperación un solo segundo de chispa, un diálogo made in Wilder, algo que trascienda la categoría de chascarrillo...y no lo encuentro, no.

Mi nota es básicamente por dos actores que me fascinan: el imponente Gary Cooper, que derrocha dignidad en su personaje de caricatura; y sobre todo, Barbara Stanwyck, no sólo por su soberbia interpretación de la Blancanieves de cascos ligeros que protagoniza la película, sino por una increíble presencia y atractivo que siguen intactos años después de su muerte.

Y no es una película infame, no. Pero hace tiempo que murió. Aquí no queda nada.