Convencional aunque agradable entrega de aventuras de la mano de William Wellman en la que se adapta una novela clásica de muchachos. Aunque la primera escena, en el desierto, es tan magistral como se podría esperar del mejor Wellman, lo que se narra a continuación es pueril y previsible y de alguna manera, aunque no haya nada que pueda llamarse pobre o malo en la película, tampoco atrapa.

Me quedo de todos modos con la camaradería entre los protagonistas y su inquebrantable amistad, el funeral vikingo, las correrías en el desierto y sobre todo con Gary Cooper, uno de los actores más atractivos que hayan existido nunca; su viril estampa en uniforme debió provocar más de un desmayo entre nuestras abuelas. Pero paso de todo lo demás que me aburrió un poco. Al final, ni me interesaba saber quién afanó el diamante ni con quién se casaba la chica y eso en una película de aventuras, es mal signo.