1) Sobre "Indiana Jones y la calavera de cristal" como película: pierde enteros con respecto a las anteriores. Spielberg parece creer que la calidad depende de la acumulación y no del perfeccionamiento de la fórmula. Sin el menor gusto, mezcla persecuciones a lo Bond, chascarrillos que van de lo cutre a lo nostálgico sin término medio, efectos especiales desorbitados, una historia que decae enormemente a partir de la primera mitad y un par de personajes horribles: el interpretado por Shia LaBeowulf, actor que inexplicablemente está de moda a pesar de ser más soso que escuchar un disco de Kenny G en compañía de tu bisabuela y Cate Blanchett con un acento soviético a ratos logrado, a ratos ridículo (obviamente, hablamos de la V.O.)., mucho más pasada de rosca que la mayoría de los villanos vistos en anteriores capítulos de la saga. Disipado todo el encanto del cartón piedra, sólo se sostiene por los guiños a las otras películas de la franquicia, pero no es suficiente. No acaba de ser una película de Indiana Jones. Le daré un tres.

2) Sobre "Indiana Jones y la calavera de cristal" como atracción de parque temático: divertida. Trepidante. Muchos efectos y muy logrados. Curvas, subidas, bajadas, parones, sustos, gritos, risas, qué chulada y qué bien te lo pasas. No repitas que te mareas. Ahora, a otra cosa, que ya se me ha olvidado de qué iba esto. Un siete.

O sea, tres como película, siete como atracción, hago la media y me sale un cinco.