La idea era una auténtica genialidad: juntar en un mismo elenco a un montón de secundarios míticos de un carisma inigualable (Charles Dutton, F. Murray Abraham, John McGinley y el moñardo de William McNamara aún muy jovenzuelo) liderados por el rey de los secundarios salidos de madre (el enorme Gary Busey) y por ese actorazo que pudo ser el más grande... para terminar completando una carrera llena de tumbos en forma de pelis a cual más bizarra: el grandioso Rutger Hauer. Este all-star de histriones andantes formaría un grupo de urbanitas con vocación de cazadores de fin de semana... de unas presas muy especiales: seres humanos rescatados del lumpen para convertirlos en víctimas propiciatorias de un hobby para pijazos sin escrúpulos ni remordimientos. Y quién mejor que el malcarado (y pésimo actor) Ice-T para dar réplica como presa al grupo de cazadores en medio de unos parajes naturales espectaculares.

Por si el casting no era suficiente, se reclutaba a Stewart Copeland (el antiguo batería de The Police, con una larga carrera como compositor para films y telefilms de todo tipo) para su banda sonora. Nada podía salir mal...

El resultado es una flojísima película de acción que parece tomarse demasiado en serio a sí misma, con un guión trilladísimo del que poco cabía esperar y que pese a ello podría haber dado más de sí en manos de cualquier realizador con más talento que este Ernest Dickerson (quien cuenta con un extenso currículum posterior como director de televisión). Rodada de forma muy vulgar, con unas escenas de acción cutres y una sensación final de producto hecho con muy pocas ganas.

Una lástima, porque fue una auténtica oportunidad perdida...