Una cárcel, y una amistad forjada entre sus muros. Andy, condenado por un delito que nunca cometió, es internado en el centro penitenciario de Shawshank, para cumplir nada menos que dos cadenas perpetuas.
El imaginar a un hombre que de la noche a la mañana pasa de tenerlo todo a no tener nada y verse atrapado en un lugar inhóspito, frío y peligroso da escalofrios. Un hombre que nunca deja de tener esperanza para salir de la cárcel y poder empezar su vida.
Una película que ensalza la amistad entre dos presos, a simple vista muy diferentes.
Me quedo con la frase de Morgan Freeman: "La esperanza es muy peligrosa, puede volver a un hombre loco", y varios momentos de la película bastante emotivos, como es la libertad de Brooks y su andadura por "la ciudad", que más que una puesta en libertad es una nueva condena para él, y el sufrimiento de Red (Morgan Freeman) por Andy (Tim Robbins), un hombre con nada que perder en la vida, que ve como de repente la amistad surgida entre ambos presos le lleva a encontrar algo de sentido a la vida.