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Voto de Carlos_:
2
7,3
51.703
Thriller. Intriga. Drama
Justin Quayle (Fiennes) es un diplomático británico destinado en Kenya cuya mujer es asesinada junto a un hombre sospechoso de ser su amante, un activista defensor de los derechos humanos de la región. Quayle decide entonces investigar los asesinatos, y comienza a descubrir mucho más de lo que esperaba... (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2015
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en un libro de John Le Carré, esta película es el debut en el cine norteamericano del director brasileño Fernando Meirelles (“Ciudad de Dios”). El film narra la historia de un apacible diplomático inglés, Justin Qualey (Ralph Fiennes) que se enamora de una apasionada y comprometida mujer Tessa (Rachel Weisz). Nuestro protagonista es un hombre aburrido, flemático y solo interesado por las plantas. Conocer a una mujer ardiente y explosiva como Tessa, tan diferente a él, supone una conmoción en su vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película nos describe el proceso psicológico que sucede en el interior de Justin hasta llegar a entender el porqué de su enamoramiento por Tessa. De ser un hombre desligado de la realidad y evadido en el mundo de las plantas, Justin pasará, por la influencia de su esposa, a ser una persona comprometida con los problemas que aquejan a los seres humanos.
En principio la historia es bonita y se podía haber hecho una buena película con ella; lo que, por desgracia, no ha ocurrido. El film tiene dos problemas. El primero es que resulta inverosímil la transformación personal del protagonista. Que un frío y egocéntrico funcionario diplomático llegue a convertirse en un ser humano comprometido, es algo muy difícil de creer. El segundo fallo de la película es que hay un tufo progre de fondo que huele bastante mal. Apesta oír, otra vez, el cuento de que la culpa de todos los problemas que hay en Africa la tienen los occidentales. ¿Es que los africanos no tienen ninguna responsabilidad en lo que pasa en su propia tierra? La película tiene todos los topicazos progres que se puedan imaginar: que si todos los occidentales son corruptos, que si las empresas multinacionales son el demonio...
Insinuar, como hace esta película, que todas las compañías farmacéuticas son malvadas es, como poco, una irresponsabilidad. Si no hubiera farmacéuticas que crearan medicamentos para curar las enfermedades, mal nos iba a ir a todos. Si queremos curarnos cuando caemos enfermos, debemos pagar el trabajo de quienes crean los medicamentos; es así de sencillo, por mucho que todos los progres del mundo quieran las boticas gratis. Esos mismos progres que se creen con derecho a cobrar un sueldo digno cuando son ellos los que trabajan en sus empleos.
El director Fernando Meirelles hace un trabajo bastante discutible. La película carece de intriga y se hace demasiado larga (120 minutos). Toda la parte que pretende ser un trhiller no funciona. El director no deja la cámara quieta ni un momento, hasta el punto de que el espectador acaba con la cabeza mareada. Evidentemente, Meirelles quería dar un aire de documental al film, pero lo cierto es que su estilo pone de los nervios a cualquiera, e impide la concentración en la historia.
En resumen: es una pena, porque lo que podía haber sido una hermosa historia de amor, lo han convertido en un planfleto progre que huele a falso por todas partes.
En principio la historia es bonita y se podía haber hecho una buena película con ella; lo que, por desgracia, no ha ocurrido. El film tiene dos problemas. El primero es que resulta inverosímil la transformación personal del protagonista. Que un frío y egocéntrico funcionario diplomático llegue a convertirse en un ser humano comprometido, es algo muy difícil de creer. El segundo fallo de la película es que hay un tufo progre de fondo que huele bastante mal. Apesta oír, otra vez, el cuento de que la culpa de todos los problemas que hay en Africa la tienen los occidentales. ¿Es que los africanos no tienen ninguna responsabilidad en lo que pasa en su propia tierra? La película tiene todos los topicazos progres que se puedan imaginar: que si todos los occidentales son corruptos, que si las empresas multinacionales son el demonio...
Insinuar, como hace esta película, que todas las compañías farmacéuticas son malvadas es, como poco, una irresponsabilidad. Si no hubiera farmacéuticas que crearan medicamentos para curar las enfermedades, mal nos iba a ir a todos. Si queremos curarnos cuando caemos enfermos, debemos pagar el trabajo de quienes crean los medicamentos; es así de sencillo, por mucho que todos los progres del mundo quieran las boticas gratis. Esos mismos progres que se creen con derecho a cobrar un sueldo digno cuando son ellos los que trabajan en sus empleos.
El director Fernando Meirelles hace un trabajo bastante discutible. La película carece de intriga y se hace demasiado larga (120 minutos). Toda la parte que pretende ser un trhiller no funciona. El director no deja la cámara quieta ni un momento, hasta el punto de que el espectador acaba con la cabeza mareada. Evidentemente, Meirelles quería dar un aire de documental al film, pero lo cierto es que su estilo pone de los nervios a cualquiera, e impide la concentración en la historia.
En resumen: es una pena, porque lo que podía haber sido una hermosa historia de amor, lo han convertido en un planfleto progre que huele a falso por todas partes.