Negocio redondo para los productores, que se han estado frotando las manos al ver las ganancias que generaba esta sucesión de cortos con los que Carax nos ha obsequiado, debido a la controversia que ha suscitado.

Y es que ha conseguido aquello que ya consiguió "El proyecto de la bruja de Blair" en sus días: ¿Sorprender? No, ni mucho menos. Las películas sin un argumento definitorio ya existían mucho antes del 2012.

Ha conseguido convertir en realidad el sueño de todo cineasta sin talento: engañar a buena parte del público. Aunque para ello haya tenido que renunciar al cine.

Pd: Le doy un 10, pero como me ha convencido realmente de la trivialidad de un orden establecido te lo escribo como un 01.