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Voto de GUSTAVO:
9
Drama Gerri (Ruth Sheen), una terapeuta, y Tom (Jim Broadbent), un geólogo, están felizmente casados, pero les preocupa que su hijo Joe (Maltman), que es abogado, permanezca soltero. Esta preocupación les impide darse cuenta de hasta qué punto María (Lesley Manville), una frágil compañera de trabajo de Gerri, depende completamente de su amistad. (FILMAFFINITY)
19 de septiembre de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica puesta en escena y estupendas actuaciones para una película que se encuentra, desde ya, entre lo mejor de Mike Leigh quien, a su vez, refuerza su posición entre los más importantes directores británicos de los últimos tiempos. El enfoque, como en anteriores trabajos, se centra en personajes de clase media, por lo general trabajadores dependientes, pero aquí el factor discriminativo es la edad: vemos personajes de gente madura a punto de la jubilación, golpeados por el sistema y por la vida, moralmente desorientadas y con futuro incierto que encuentran refugio en una familia funcional de la misma edad con preocupaciones corrientes pero que, en el contexto, resulta insólitamente feliz y unida. Dicho contexto, cual prólogo, se ilustra en el comienzo de la cinta, con la escena de una depresiva Imelda Staunton yendo, obligada por el médico, a consultas justamente con la psicoterapeuta Gerry ( Ruth Sheen) esposa del geólogo Tom( Jim Broadbent) quien trabaja en cambiar las estructuras subterráneas de Londres, todo un metafórico complemento. Esta pareja tiene la función de ser el portavoz del director y su hijo Joe y su novia vendrían a ser los suplentes, en su película anterior era la exultante Poppy de Sally Hawkins, siendo la diferencia con respecto a “Happy go lucky” en que aquí no hay un personaje principal porque es un colectivo el que triunfa y los aparentemente secundarios, como la Mary de Leslie Manville, asumen el objetivo más importante. El asunto es que la pareja transmite la mirada compasiva de Leigh, esa que, literalmente, abraza y apoya a los desvalidos morales, incluso en los tristes momentos invernales del desenlace, con un añadido de visión ecológica de la vida plena dentro de unas escenas que muestran cómo lo cotidiano y ordinario se convierte en extraordinario gracias a la solvencia de los actores, la excelente calidad de los diálogos que incluso sustituyen, cuando es necesario, la necesidad de recurrir a flash backs sobre el pasado y los precisos encuadres y evoluciones de cámara. Y si bien la fotografía neutra nos comunica el drama que nos remite a trabajos anteriores como “Secretos y mentiras”, esta película no está exenta de constantes pincelazos coloridos de humor que le dan vitalidad e identidad. Y si vemos más en detalle, Mike Leigh hace un trabajo magistral sin recurrir a giros argumentales convencionales a gusto del público como que a ninguno de sus personajes dolientes les soluciona sus problemas o siquiera les da esperanza, solo los reconforta y aconseja. Además, utiliza el cambio de estación no solamente como una propuesta poética sino también como referencia a la narración lineal de la película y a la estructura tradicional del relato cinematográfico que lo subvierte dividiéndolo en cuatro partes y todo esto sin utilizar grandes escenarios como el interior de una casa o el de un auto. Veremos que nos muestra su próxima primavera creativa.
GUSTAVO
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