Portavoz cinematográfico de los “indignados” del mundo, Alejandro Gonzales Iñárritu tiene muchos detractores dentro de la crítica. Lo acusan de pretencioso, manipulador, repetitivo y limitado, cargos que se han renovado con “Biutiful”, su cuarto largo. Pero lo contradictorio del asunto es que las críticas que antes le alcanzaban también a su guionista Guillermo Arriaga, sobre todo por “Babel” y “21 gramos”, ahora mencionan que lo extraña.
Ciertamente, Gonzales no demuestra infalibilidad ni mucho menos perfección en este filme pero las virtudes mostradas sobrepasan largamente a los defectos. Por ejemplo, la narración es correctamente lineal a diferencia de los “puzzles” tempo espaciales de Arriaga que siempre terminaban en la “solución” previsible. En “Biutiful” las historias ya han sido cruzadas de antemano por Uxbal, el personaje de Javier Bardem que es su gran epicentro, siendo lo importante aquí no tanto la denuncia socioeconómica en el contexto de una babélica Barcelona ni los afanes globalizadores y trascendentales del director que es donde comete excesos sino la intensidad dramática, medido en registros de actuación, en medio de la sordidez y desventura filmada cámara en mano y el grado de sutileza al que llega la propuesta para alegorizar la historia de España y transmitir emociones y sensaciones de una persona que tiene el don de confrontarse cotidianamente con la muerte a través de él mismo y de terceros. Además hay que tener presente que también los actores secundarios hacen un trabajo fenomenal y en este aspecto se nota la mano del director. Basta con destacar la escena del almuerzo de Uxbal con su esposa y sus dos hijos o la que se produce en el baño con el protagonista y su hija de 10 años para darse cuenta.
Hay otras escenas que están hechas con un realismo sorprendente como la que muestra la persecución policíaca de los comerciantes ilegales africanos, una característica que no se veía desde “Amores perros”. En cambio convencen menos los blandengues perfiles de los inmigrantes desvalidos chinos y africanos.
En resumen nos parece que esta cinta representa un paso adelante en la carrera de Gonzales Iñárritu y una constatación adicional de la inmensa valía de un gran actor como Javier Bardem.