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Voto de GUSTAVO:
6
Cine negro. Thriller Dos ex-convictos no demasiado brillantes son contratados para asaltar una lucrativa partida ilegal de poker. Las culpas recaerán sobre el organizador del juego y los ladrones podrán empezar una nueva vida. Por desgracia, el dinero robado pertenece a la mafia, que se pone en contacto con el investigador y asesino Jackie Cogan para encontrar a los culpables. (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2013
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Lo primero que salta a los sentidos al ver la película es que desde el comienzo quiere conectar el contexto de la crisis económica en EEUU en el 2008 y sus secuelas de desempleo e indigencia con el aumento de la violencia y muerte en las calles pero de una manera un poco forzada, más arbitraria y mucho menos sutil. Forzada y arbitraria porque, desde el punto de vista de la realidad objetiva a la que la misma película hace alusión, se sabe que la violencia norteamericana es cotidiana y trasciende cualquier causa coyuntural y demasiado obvia porque, hablando estrictamente del plano fílmico, se nota la intención de discursear sobre el tema sobre exponiendo la cantidad de voces de estaciones radiales e imágenes televisivas sobre la situación financiera.
Sin embargo más adelante hay una saludable corrección narrativa que mantiene el tono del discurso pero con menos decibeles, coincidente, además, con el cambio de Gobierno de Bush a Obama y la película recula un tanto sobre la denuncia adoptando la sugerencia y he aquí que tomamos nota sin mayores manipulaciones que las verdaderas causas de la violencia imperante son estructurales y que, en nuestro caso, el hilo de la madeja es suficientemente largo y anudado como para llegar a la entraña mafiosa que la mueve.
En general, las mejores escenas son aquellas que están liberadas del contexto explícito como la secuencia del asalto al garito y aquellas con diálogos soeces pero limpios entre personajes, excepción hecha de la lograda secuencia final donde su utilización es necesaria. Hay otra, como la de la brutal y repulsiva golpiza al administrador de juego Trattman (Ray Liotta), que evoca bien el estilo de Martin Scorsese pero que no conjuga con la propuesta. Por otro lado, la fotografía opaca también aporta en expresar la sordidez de los escenarios pero en el caso de los efectos especiales y los ralentíes habría que hacer una diferenciación: sirven en la medida que tienen relación con el título del filme, incluida la escena discutible, pero necesaria para el desarrollo de la trama, del personaje heroinómano, que se entienden como una forma de subrayar y alargar la acción aportándole drama encima del drama. Y no se justifican otros que solo están como relleno y “slapstick” humorístico como la voladura del auto.
El director Andrew Dominick es el mismo de “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” y en cierta forma repite la performance en el sentido de darle más importancia al cómo se pone en escena una historia que cuenta de antemano con un spoiler desde el título. Y esto pasa por el ritmo narrativo pausado, por los diálogos esmerados y por la dirección de actores que interpretan a menudo personajes que parecen venir del fin del mundo. Es en este último aspecto en donde el director se está haciendo un espacio dentro de la élite de los realizadores porque es notorio el pulimiento y el compromiso de los actores bajo su cargo aunque en esta oportunidad haya tenido la suerte de contar con los notables Richard Jenkins y James Gandolfini.
En cuanto a la actuación de Brad Pitt, quien es además productor de la cinta, está dentro de lo descrito y esperado pero está claro que su papel de sicario ajustador de cuentas no alcanza los ribetes del suceso protagónico de Jesse James y Robert Ford. Tampoco la cinta por supuesto.
GUSTAVO
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