Lo mejor que puede decirse de la película es que consigue mantener el interés del espectador a lo largo de su (extenso) metraje, lo que no es poco.
Un extraño aparece de pronto en la vida de los tres protagonistas, y su aparición provoca efectos casi milagrosos. Con sus golpes de suerte consigue sacar a la familia de la miseria, y hace que todos vuelvan a sonreir.Pero la familia de su hermano también provoca en él efectos imborrables, que le hacen replantearse su existencia.
La interpretación de Coronado resulta muy creíble, y en gran medida se debe a él la sensación de intriga que comentaba al principio que te hace esperar una secuencia crucial, con ansiedad. Sus escasas palabras son tan elocuentes como sus silencios, y sus miradas.
Resulta conmovedor cuando le pide a Juana que le afeite, porque ella le ha indicado que tiene barba, y al interesarse ella por el motivo de su petición, él contesta: "No lo sé, para recordarlo, supongo."
A pesar de todo, hay algo que falla. El resto de intérpretes no están a la altura, especialmente Zay Nuba, que da una réplica bastante ingenua a los interrogantes que Pedro le plantea
Demasiados cabos quedan sueltos, del hermano se cuenta muy poco, por lo que no sabemos con exactitud cuál era esa vida enterior que está dispuesto a abandonar, por qué aparece de repente, ni cuál es lo que le cautiva de Juana, por lo que en este aspecto resulta difícil que el espectador pueda empatizar con él o con el argumento.
La escena final onírica tampoco redondea precisamente la película.
A pesar de los aciertos, me quedo con La caja 507.