Guillermo del Toro nos regala un film fantástico donde hay dos historias que se van entrecruzando: una historia de fantasía, de princesas y hadas, y una historia de horror y desolación (la cruel represión franquista de la más dura postguerra y las guerrillas del maquis como último bastión de la esperanza republicana). Aunque a veces el hilo conector de ambas tramas se desvanece un poco, ello no resta méritos a una película tan original como ésta, que demuestra que el cine fantástico puede ser también cine social, y que en España también tenemos películas tan brillantes desde el punto de vista de la dramaturgia como de los efectos especiales. Una joya. Por cierto, impresionante Sergi López: huele a Goya.