Hachiko cuenta la historia de un perro de raza Akita Inu que es recogido de la calle por un profesor de universidad (Richard Gere). La película describe la vida de este desde la llegada del perro y cómo entre ambos va creciendo una relación que, nunca mejor dicho, irá más allá de la muerte.

Está basada en una historia real que sucedió en Japón entre 1924 y 1935. Tanta repercusión tuvo este perro que actualmente existe una estatua como tributo en la estación de Shibuya en Tokio. Cada 8 de abril se conmemora a Hachiko en dicha estación. No es para menos, ni tu propio hijo te esperaría 10 años en una estación a que volvieras.

Dejando aparte la historia real en sí, comentar que la película es digna de ver por varias razones. La primera de ellas es el reparto, sí, el reparto. Richard Gere no es que tenga que actuar mucho pero lo poco que lo hace no lo hace mal y, sin duda alguna, las expresiones del perro a lo largo de la película son conmovedoras tanto si es por felicidad como por tristeza. En segundo lugar, la fotografía es espectacular, el ambiente que envuelve a la película una vez que llega la trama final es increíble. Ésta junto a la banda sonora de Jan A.P. Kaczmarek hace de la película una de las películas más tristes que visto hasta ahora.

Muchas películas te dejan imágenes tatuadas en tu alma para siempre, por ejemplo American History X con el espectacular pisotón de Derek en la cabeza a un joven de raza negra en plena calle. Pues bien, no hace falta herir o hundir de tristeza a nadie con violencia, este perro te muestra como su paseo final o su simple mirada puede hacerte llorar como un niño chico que no comprende por qué algunas acciones animales están años luz por delante de la mayoría de los sentimientos de un humano.

Para algunos será una exageración, para otros, quienes llegan a saber lo que es un animal y lo que significa su amistad, será una mera realidad llevada a la pantalla. La lealtad es un símbolo de amor y respeto, y hay animales y personas que por instinto lo cumplen tan a rajatabla que su vida pasa a un plano secundario.

Gran película que, aunque llena de tristeza, sabe transmitir al espectador el sentimiento eterno de lo que verdaderamente es un compañero leal.