A diferencia de las primeras dos películas, esta entrega se siente forzada y carece de la frescura y emoción que las anteriores lograron capturar.

Uno de los principales problemas de Karate Kid III es su guion predecible y poco original. La trama sigue una fórmula repetitiva y la falta de sorpresas hace que pierda interés rápidamente. Además, los personajes y sus motivaciones carecen de profundidad y se sienten estereotipados.

Otro aspecto negativo de la película es su ritmo lento y desigual. La historia tarda demasiado en desarrollarse y hay escenas innecesarias que solo alargan la duración sin añadir nada relevante a la trama. Esto resta emoción y tensión a la película, haciendo que los momentos climáticos pierdan impacto.

La actuación de Ralph Macchio como Daniel LaRusso sigue siendo sólida, pero el villano de la película interpretado por Thomas Ian Griffith carece de carisma y presencia. Esto reduce la intensidad de las confrontaciones y resta peso a la narrativa.

En general, Karate Kid III: El desafío final es una decepcionante continuación de la saga. Aunque tiene algunos momentos entretenidos y las secuencias de lucha son impresionantes, la falta de originalidad, los personajes poco desarrollados y el ritmo lento hacen que la película sea olvidable en comparación con sus predecesoras.