En una película de terror uno de los mejores componentes para un resultado más satisfactorio es la austeridad en su ambientación, escenarios y hasta producción, ya que con estos elementos se consigue una sensación de más realismo, claustrofobia, opresión e inquietud.
Y en esta película se dan todos estos ingredientes que la favorecen; pero claro si todo lo demás no cumple pues sirve de bien poco.
Y además está la ya de por sí angustiosa situación del protagonista que se ha perdido durante la noche con su vieja furgoneta y ha ido a parar a un lugar inhóspito y desconocido.
O sea que están las bases para un inquietante desarrollo y a partir de aquí no se hacen más que abrir interrogantes sin respuesta tanto por la presentación y desarrollo de cada uno de los personajes como con la esperpéntica historia que pretende narrar.
No voy a entrar a valorar el cúmulo de despropósitos e inverosimilitudes que abundan en la película, ya que en muchas ocasiones se pueden perdonar si todo lo demás es positivo y solapa las imprecisiones, pero en este caso no hay nada positivo.
Y es que carece del mínimo interés esta sucesión de desvaríos de una gente que no se sabe para nada porque actúan de ese modo ante la incredulidad del desdichado caído en desgracia que parece que nada puede hacer ante ese grupo de peligrosos enfermos.