Qué lástima. Blue Valentine me pareció una de las mejores películas que se han estrenado en los últimos años, con un guión fantástico y unos personajes llenos de realismo y sinceridad. Así que esta, partiendo de un guión que en principio no me decía mucho, era obligatoria viniendo del mismo autor.

Empezando por los actores, voy a ser el espectador número 3 millones (no puedo evitarlo) que comenta que el personaje de Ryan Gosling es básicamente el de Drive, pero un poco más descafeinado... Soy de los que opinan que es un actor fantástico, así que espero que no se encasille en este papel y siga demostrando cosas. Bradley Cooper por su parte hace un papel con más chicha, poniendo en tela de juicio la hipocresía de las fuerzas del orden y todo el tema de las medallas y golpecitos en la espalda que se dan unos a otros. Como actor dramático tiene menos carisma que Gosling, aunque se compensa porque argumentalmente su parte de la película es la más interesante, y en todo caso hace una interpretación más que digna. Los supuestos hijos de ambos, bueno, no es que lo hagan mal, pero lo tienen crudo para lograr la empatía que provocan sus respectivos "padres", y además les pesa el gran problema de que llegados a estas alturas del metraje, yo ya no sé qué pretende contar el director ni a dónde quiere llegar...

En fin, se nota que el autor es el mismo que el de Blue Valentine entre otras cosas (fotografía, música basada en viejos clásicos) porque está bien filmada, los actores están bien dirigidos y pese a todas sus pegas tiene cosas interesantes, así que le sigo concediendo el beneficio de la duda a Derek Cianfrance y espero que para la próxima abandone la épica de gran drama y gran metraje que aplasta a esta peli y vuelva a contarnos una historia pequeña, pero íntima y desgarradora como ya demostró que sabe.