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España España · Madrid
Voto de Hugo:
9
Romance. Drama Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams) son padres de una maravillosa hija, pero su relación ha pasado por mejores momentos desde que tienen que compaginar las demandas y expectativas del trabajo y la vida familiar. Ante un futuro incierto de la relación, deciden una escapada romántica a un hotel, donde rememoran todos los momentos románticos de un pasado lleno de buenos recuerdos, e intentan recuperar su pasión y amor para así ... [+]
27 de febrero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por dónde empezar con una película tan buena a todos los niveles? ¿Por las desgarradoras interpretaciones de los dos actores principales? ¿El fantástico guión? ¿La precisa y hermosa fotografía? ¿La emocionante banda sonora?

Esta película llega con un par de años de retraso desde su estreno original, y francamente no me entra en la cabeza por qué. Misterios de la distribución. Curiosamente, por culpa del retraso coincide en la cartelera con Amor, de Michael Haneke, que de cierta manera es su opuesto complementario: si en aquella la relación ha sobrevivido y es la aparición de la enfermedad lo que la destruye, en esta los protagonistas no lograrán en absoluto llegar tan lejos...

Ryan Gosling y Michelle Williams encarnan sus papeles con una sencillez y una autenticidad que parten el corazón. En un primer momento ella es una muchacha algo reservada, llena de esperanzas y energía, y a través de su relación con su abuela y otros detalles, se nos transmite la ilusión que alberga de que a pesar de haber nacido de unos padres que no se soportan, su futuro será brillante y feliz, haciendo el trabajo para el que está estudiando con gran dedicación. Él abandonó los estudios a una edad temprana, y es una persona generosa y sencilla, con multitud de habilidades pero ninguna aspiración laboral: su única meta en la vida es hallar el amor verdadero. Y cuando lo encuentra (o cree haberlo encontrado), se aferra a él contra viento y marea.

La película está compuesta de pequeños instantes y diálogos aparentemente simples pero profundamente reveladores sobre la personalidad de ambos personajes, sus esperanzas, sus frustraciones y las miles de pequeñas y grandes diferencias que les imposibilitan conectar de verdad, y que sólo se pueden pasar por alto cuando una relación está empezand y la ilusión por sí sola sirve de combustible para llevarla adelante. Presenciarás multitud de peleas eternas y circulares, de esas en las que llega un punto en que ya no sabes exactamente sobre qué discutías pero sigues discutiendo, pequeños momentos en los que los personajes van dejando entrever cómo las cosas lenta pero inevitablemente se van torciendo en sus vidas, detalles que van revelando cómo el abismo que les separa es cada vez más ancho, y sus actitudes opuestas ante ello: él, tratando de negar la evidencia y luchando desesperadamente por salvar la relación y la estabilidad familiar, las dos únicas cosas que dan sentido a su vida (¿es posible transmitir esto no sólo con diálogos sino también con el lenguaje corporal? Ryan Gosling responde a la pregunta con una interpretación que te partirá el corazón en dos mil pedazos y después los pisoteará). Ella, con un hastío y una frustración cada vez mayor ante sus propios logros no conseguidos y ante un marido que no comparte sus aspiraciones. (Atención a la conversación sobre las habilidades no explotadas de este y el hecho de que esté satisfecho de su humilde puesto de trabajo en el que “puede beber desde las 8”). En fin, dos interpretaciones inolvidables.

Entre medias, una canción a capela que te partirá el corazón y se llenará de nuevo significado cuando a modo de eco melancólico se repita más tarde, un fotografía que alterna la calidez con el frío (el azul del título, como en inglés, tiene un significado literal y metafórico), una caracterización de personajes matizada y sutil, unos secundarios a la altura de las circunstancias (incluida una niña pequeña que también logrará entristecerte sin recurrir al cliché de los niños resabiados made in Hollywood que sueltan frases imposibles), la escena de sexo más horriblemente triste del mundo, un guión al que no le falta ni un punto ni una coma y una banda sonora profundamente melancólica que acabará de machacarte.

No quiero terminar el rollo sin mencionar los créditos finales, basados en una idea muy sencilla y profundamente significativa sobre la naturaleza de las relaciones y acompañados de una banda sonora terriblemente triste.
Hugo
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