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España España · valencia
Voto de el feroz:
5
Cine negro. Drama. Romance. Thriller Johnny Farrell (Glenn Ford), un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí lo saca de un apuro Ballin Mundson, el propietario de un lujoso casino, que acaba haciendo de él su hombre de confianza. Un día, Mundson le presenta a su esposa Gilda. Su sorpresa no tiene límites: fue ella precisamente quien lo convirtió en lo que es: un ser cínico y amargado. (FILMAFFINITY)
13 de febrero de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás haya llegado el momento, tras una adecuada perspectiva en el tiempo, de juzgar la historia de una mujer única ("Porque no hubo nunca una mujer como Gilda" y para más abundamiento, como "Gilda-Hayworth")

Pero, prescindiendo de las paranoias mitómanas (y húmedas) de los críticos, que aún consideran (de alguna manera) tan subyugante como "subversivo" el movimiento ondulante de la melena pelirroja más famosa del mundo, lo cierto, es que "Gilda" no va más allá de lo pretendido: Presentar una historia distraída, con una pizquita de romanticismo por aquí, otro toquecito (personal del cocinero) de intriga, en plan explotación-holding con inserto de intereses nazis de por medio, ligeramente metida con calzador para encender la chispa de la relación sentimental, y el conflicto trinomio amoroso (ya mil veces explotado en su época), Quizás lo peor: La escasa coherencia del entramado extra-romance agregado, en mi opinión de forma demasiado improvisada, para dar cuerpo a lo que de verdad interesa, es justamente lo que manifiesta la torpeza de Vidor, para dar verosimilitud al relato ,lo cual conduce al terreno de una especulación que el director, con toda probabilidad jamás pretendió. ¿Hay una nota de homosexualidad entre Ford y Macready? ¿O más bien la falta de coherencia del guion, y lo poco cuidado del mismo favorecen que el público, incapaz de entender razones o motivos acabe por tener "ideas propias"?

Ahora bien, si la construcción del mito se asienta sobre la base de un simple guantazo, puesto que éste subraya la impensable, entonces, violencia contra la fémina en el cine, que cataliza al espectador al presenciar lo penalmente injusto, James Cagney ya lo había hecho años atrás con mucha más contundencia y brutalidad, en la hoy casi olvidada "el enemigo público" de William Wellman. (escena del pomelo)
Si lo que se pretendía, o eso piensa el espectador, es sublimar los deseos ocultos del público masculino a través de una especie de "erotismo" subyacente tras la violencia explícita", curiosamente, el mismo director antes aludido, también incurriría en esto, muy pocos años después, de forma mucho más evidente y carnal, cuando un Robert Tayllor desatado, golpea con absoluta complacencia, el rostro de Denisse Darcel, rostro a su vez arrebatado por la "concupiscencia más brutal, cabello suelto al viento, y hombros desnudos (Todo ello en la estupenda "caravana de mujeres")

Si, por otra parte, se pretende mostrar la "faceta" socialmente incorrecta de la "nueva mujer", desligada de todos los convencionalismos impuestos, y sexualmente activa, (algunas mujeres de la actualidad pueden preguntarse por qué una mujer así necesita tanto la protección matrimonial de un hombre) al final el castillo de naipes cede, para dar lugar a la moralina más aplastante, cuando el espectador, descubre con alivio, que "Oh Dios...Todo era mentira...Un truco para "dar achares", y que después de todo, la cosa queda en una niñería, casi de adolescentes (treintañeros) puesto que la pelirroja de América siempre fue en realidad la mujer buena, decente y honesta que la América de Truman necesita. (No podía ser menos respecto de aquella, cuya figura insinuante presidía los "chasis" de los gloriosos bombarderos americanos), lo cual al final dejó patentemente claro, aún cuando los idiotas eclesiásticos del "Tío Paco" fueran incapaces de verlo, que Gilda no sólo era decente y cristiana, sino que en estas cualidades podía dar "ciento y raya" a la mujer española del más recalcitrante "falangismo".

Fuera impostaciones de subtramas, al espectador actual, le queda la imagen de una extraña relación entre un mujer demasiado apegada al "matrimonio Exprés" y uno de los cretinos más "extraordinarios" de la historia del cine, que da a la palabra "antipatía" un nuevo y casi siniestro sentido. Y esa ambigüedad, respecto del binomio masculino, asesino marcado, frente a cretino torturador de mujeres, es al final, lo más interesante de una película que hoy se disfruta con tedioso agrado, y con un adecuado distanciamiento. Con permiso de aquéllos que aún sueñan con el streptease ¿? más famoso del espectáculo moderno.
el feroz
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