Una profecía que data de hace mil años pronostica la llegada del demonio a la tierra para fecundar a la mujer elegida y crear una nueva era de terror, las fuerzas del mal y del bien intentarán encontrar a la elegida, entre medias un policía alejado de la fe y en horas bajas, tratará de resolver la situación.
La trama maneja con acierto los tiempos, empleando secuencias de acción con toques siniestros, que resultan atractivos. Va dando a conocer los entresijos que rodean a la profecía paulatinamente, mostrando la hegemonía y el poder que posee el demonio sobre todo lo que le rodea.
Cuenta en su reparto con un Arnold Schwarzenegger que ofrece una interpretación floja e insulsa, a la cual hace sombra indudablemente, la en apariencia, pacifica figura de Gabriel Byrne, envuelta en un aura de misterio perturbador.
El director maneja con inteligencia la acción y el entramado profético, pero comete el error de no cuidar adecuadamente las secuencias de acción, donde se nota en exceso el empleo de dobles para Arnold Schwarzenegger, cuyo perfil y actuación no terminan de encajar en la historia.
La historia cuenta con algunos diálogos acertados, que acompañados de ligeras dosis de humor, logran presentar la personalidad embaucadora y tramposa del diablo.
En el apartado de efectos especiales la película tiene uno de sus puntos débiles, ya que intentando resultar espectacular y épica, abusa de efectos digitales que resultan mediocres y de baja calidad, que cuenta a su vez con un endeble maquillaje en algunos momentos. Por suerte mezcla los efectos digitales, con los efectos artesanales del gran Stan Winston, que logra elevar la calidad de los efectos, aportando un realismo palpable, alrededor de una atmósfera oscura y tenebrosa.
Lo mejor sin duda, todas y cada una de las apariciones del mismísimo demonio encarnado en hombre, que tienen una presencia y un magnetismo lleno de atractivo, que no hacen presagiar nada bueno.