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Voto de Polimnia:
6
Drama. Comedia Relato de un hombre soñador en un mundo poblado de mujeres de toda condición. (FILMAFFINITY)
18 de septiembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pensemos en “libertinos”, que tamaña elegancia dieciochesca no impregna a nuestros protagonistas. Ni Eric (Rutger Hauer), ni los varones y criados de la familia Leguineche (Luis Escobar, José Luis López Vázquez, Luis Ciges), ni Snàporaz (Marcello Mastroianni) se salvarán de tener un vínculo con el sexo más o menos ridículo, aunque igualmente adictivo.

Ciertamente, el humor impregna tanto "La escopeta nacional" (Berlanga, 1978), como "La ciudad de las mujeres" (Fellini, 1979), que mostrarán el sexo como una tara más de los personajes masculinos, un añadido capcioso a la caricatura. En el caso berlanguiano, ese defecto recuerda al envilecimiento y perversiones heredados, tomados del más puro naturalismo zolesco; ya lo confirma así Chus (Amparo Soler), que había tenido la desgracia de despeñarse, y cegarse, en una caterva de rijosos de la que solo podía sobrevivir mediante la amargura y el escarnio continuos.

Snàporaz y Eric son dos artistas, uno es escritor y el otro prefiere las artes plásticas. Del primero poco conocemos, solamente que viajaba en tren, pero se topó con una tentadora mujer (Bernice Stegers) y no pudo evitar caer, eso sí, por propia delectación malsana. También sabemos que está interpretado por un Mastroianni que ya contaba con diez lustros, y si su personaje deseaba precipitarse —si es que lo hizo—, desde luego él no quería rallar el ridículo repulsivo de un viejo verdeante, afortunadamente para la entidad del personaje. La ciudad de las mujeres, vapuleada por ambos extremos ideológicos, es en sí misma una gran sátira del machismo y el feminismo, pero como toda burla, esconde un pozo en el que podemos contemplar nuestro reflejo… y, tristemente, ese espejo aún conserva demasiada nitidez.

Pero ya centrándonos en nuestro paralelo, este ocurre en uno de los momentos más hilarantes de la película, cuando en esa especie de “road movie” sui generis llega a la espectacular mansión de Xavier Katzone (Ettore Manni), un antiguo compañero de escuela al que la carrera femenina le ha sido muy provechosa y exitosa, tanto, que como muestra de ello ha creado una sala, en la que se conservan las grabaciones de los momentos que con cada una pasó. “Momentos” es un eufemismo, evidentemente… cómo le gusta al simple de Snàporz perderse en su pertinaz voyeurismo…

Demás vicios del de Rimini asolan esta película, mujeres extravagantes al borde de la locura en su extraña lucidez; féminas violadoras de pechos maternales; seres angelicales, ideales y elegantes, soñados y eternamente inalcanzables con su sonrisa pícaramente virginal… Y todo envuelto en una magnífica risotada final, burla de sexos, de ideologías, de la educación sentimental… la vida era una fiesta… ¿o un circo?, ¿no?

Bacanal en la que no duda en embarcarse el protagonista de "Delicias turcas" (Verhoeven, 1973). Escarbando en la fealdad, en la asquerosidad de la moral burguesa, en su propia estulticia, está Olga (Monique van de Ven). Ellos son Adán y Eva en medio y en pleno desastre. Y se vuelcan por completo en su actividad favorita: el sexo.

De acuerdo que no es el único tema que trata el film de Verhoeven, pero sí es el vínculo y el motor de toda la acción. Y a su vez, la condena de Eric. Si sentía o no un amor “sentimental”, el del siglo XIII, por su esposa… lo dejaremos al gusto y raciocinio del espectador; pero ciertamente, su adicción llevó a Olga al hastío. No bastaba con alienarse constantemente, ni con realizar pequeñas rebeliones de mal gusto, ni con beber vino bajo la lluvia. La vida no es así. Y el sexo puede degradarse a coleccionar prendas robadas a amantes furtivas, para dejar constancia de la propia indignidad.

Si Katzone atesoraba los orgásmicos delirios de sus damas y Eric se entretenía en realizar un elaborado e interdisciplinar álbum, en La escopeta nacional no podían quedarse atrás en tremendos desenfrenos… ¡“La colección”! No desvelaremos cuál era la preferencia del Marqués (Luis Escobar) porque bien alto y claro lo exclama, a camino entre la sorpresa, la vergüenza, el rechazo… y puede que una lucecilla de admiración, el locuaz y brillantísimo Jaume Canivell (José Sazatornil). ¡Nadie podía pensar que el determinismo genético se cumpliría hasta tales extremos!

Paralelo completo en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/09/16/delicias-turcas-la-escopeta-nacional-la-ciudad-de-las-mujeres/
Polimnia
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