Es notoria la mano de Clint Eastwood en la dirección en esta cuarta entrega de la saga “Harry el Sucio”, pues es la que contiene un contenido más humano y pedagógico. Es la entrega que ofrece una mayor profundidad a su trama y un mayor énfasis en lo que se refiere a sus personajes.

Poca cosa ha cambiado, pero realmente no era absolutamente necesario, la fórmula de la saga sigue siendo eficiente y funciona. Pero aquí Eastwood le da su toque personal, con una mayor dosis de dramatismo en la trama. Se da un vuelco significativo. Harry Callahan sigue siendo el mismo, incluso ha ganado un mayor atractivo con la edad, pues ahora es algo más cascarrabias. La experiencia le ha hecho todavía más rudo y duro, no se anda con chiquitas, va directamente al grano y vuelve con frases antológicas.

Otro punto que no se puede ignorar es a Sondra Locke, es la primera vez que un personaje femenino se convierte en la villana en toda la saga. Pero sería injusto clasificarla como la malvada de la función, es un personaje complejo y altamente ambiguo. Es la primera vez que las actuaciones de la antagonista son altamente justificables, es difícil no identificarse con ella y perdonar todas sus acciones. Todo va mucho más allá de cometer unos determinados asesinatos.

Tampoco se puede negar que aunque Clint Eastwood mantenga una postura muy similar en cuanto a carácter respecto a las anteriores entregas, aquí también se denota una mayor dosis de humanidad, las actuaciones de la asesina le afectan y le tocan su fibra más sensible. Se ha vuelto un personaje más empático y comprensivo con la edad.

Estamos ante un agradable “más de lo mismo”, sigue la misma tónica que sus predecesoras, pero esta vez fortalecido gracias a la incorporación de toques mucho más humanos y dramáticos. Se ha fortalecido de forma muy elogiable el dramatismo de la historia y la profundidad de sus personajes.