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España España · Complutum
Voto de Pableras:
5
Fantástico. Intriga. Thriller Merrin Williams (Juno Temple) ha muerto en extrañas circunstancias, y su novio, Ignatius 'Ig' Perrish (Daniel Radcliffe), es el único sospechoso. En el primer aniversario de la muerte de Merrin, Ig se pasa la noche borracho y haciendo cosas espantosas. Cuando se despierta, tiene una resaca tremenda… y cuernos que le están naciendo en la cabeza. Ig posee un nuevo poder macabro que intenta usar para descubrir al monstruo que mató a su ... [+]
9 de junio de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexandre Aja es, en esencia, un cineasta con alma gamberra. La indisimulada (y muy inteligente) sátira de terror latente en 'Las colinas tienen ojos' (2006) o el inolvidable desparrame orgiástico de gore y tetas de 'Piraña 3D' (2010) dan buena fe de ello. Muy probablemente no estemos ante un genio incontestable, pero sería injusto obviar las virtudes que posee su filmografía para el buen aficionado al cine de género con conocimiento de causa. Bien es cierto, también, que su carrera podría tildarse con toda facilidad de irregular; de hecho, 'Horns' (2013) no será recordada como una de sus mejores películas, y aunque no es tampoco unas traspié del calibre de 'Reflejos (Mirrors)' (2008), casi con total seguridad su peor trabajo hasta la fecha, no es equiparable a los otros títulos anteriormente mencionados o a su segunda cinta, 'Alta tensión' (2003), que fue la que le catapultó a la fama. Aun con todo, Horns sí que quizá suponga un pequeño punto de inflexión en el cine del francés, ya que nunca antes se había mostrado tan grave, tan (a su modo) profundo y reflexivo, aunque no olvide su carácter bizarro en momentos puntuales.

Hilando con el final del párrafo anterior, cabe destacar que 'Horns', perteneciente al género fantástico en líneas generales, pronto se revela como lo que realmente es, o sea, una historia de amor adolescente enclavada en una búsqueda de venganza sobrenatural llevada a cabo por el personaje de Daniel Radcliffe, Ig, quien busca desesperadamente resolver el misterio del asesinato de su novia un año después del trágico suceso y siendo él mismo el único sospechoso, consecuentemente repudiado en su pueblo. Ésa es la trama de la película, añadiendo más personajes, ocasionales flash-backs a caballo entre la revelación, el descubrimiento y el desconcierto, y, por supuesto, unos cuernos demoníacos que le comienzan a salir en la frente al pobre de Ig tras una noche alocada y etílica. ¿Castigo o bendición? El espectador ya dará con la respuesta por su cuenta mientras Ig es consciente de los peligrosos y singulares poderes que le otorga su recién estrenada cornamenta (descubrir los oscuros pensamientos de sus amigos, vecinos y familiares, la capacidad de controlar voluntades ajenas, etc.). Aja plantea así una particular investigación criminal que disfraza una venganza personal con más sentimientos que violencia, siendo al final la película más mansa y menos truculenta de su director. Apenas dos destellos de gore en todo el metraje nos hacen recordar el lado más salvaje de Aja, quien obviamente ha buscado hacer otra cosa adaptando la novela de Joe Hill.

La lucha que se extiende durante casi dos horas, a todas luces innecesarias y demasiado largas, no es tanto la del bien contra el mal como la de la ligereza contra la profundidad, la del humor instantáneo contra la trascendencia. En estas peleas de opuestos Aja sale relativamente airoso, aunque sin éxito, y el cóctel que elabora con tanta disparidad de géneros acaba resultando un tanto aparatoso. Funciona muy bien la cara jocosa del film (los policías besándose, la batalla de reporteros), pero no tiene peso en el cómputo global, dominado por el lado más serio y autonsciente de la historia. Es ahí donde ofrece, por un lado, un relato de amor agradablemente diferente y original aunque consistentemente azucarado, y por otro la mencionada historia de investigación y venganza, éticamente resbaladiza, ya que cuesta discernir hasta qué punto se eleva la sátira religiosa y en qué términos simpatiza con el ojo por ojo. Probablemente sea un retrato de la dualidad del ser humano, pero como tal queda bastante difuso. Entre esta amalgama que cabría definir como fallida y olvidable, aunque medianamente entretenida e interesante, emerge al menos una figura brillante y sorprendente, con nombre y apellidos: Daniel Radcliffe, otrora Harry Potter con más ganas que oficio y talento, ya se destapó en la estimulante 'La mujer de negro' (James Watkins, 2012), y ahora entrega su mejor papel, un trabajo de irrefutable maduración interpretativa, sólido, creíble y, pese a los cuernos, cercano. Probablemente lo único que merece ser destacado en este film menor de un Alexandre Aja del que siempre se espera más.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-horns-angel-del-infierno/
Pableras
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